Culogordismo: la tendencia a la procrastinación física e intelectual surgida después de un año de confinamiento. El concepto es un hallazgo de una de las más conocidas responsables de marca de este país, que no deja de incitar a sus equipos a que dejen de parapetarse tras la pantalla de Teams y salgan a la calle a que les dé la inspiración.
Dice la psicología que el ser humano convierte los nuevos hábitos en rutinas después de un año. Nos hemos pasado un año encerrados en casa y nos hemos dado cuenta de que no nos gustan nuestros hogares: en el portal de reformas Habitissimo las solicitudes de proyecto y reforma, aquellas que no solo quieren mejorar el hogar, sino reconfigurar el espacio, se han disparado un 82%. De media, y a pesar de la incertidumbre económica, los españoles hemos invertido 8.572 euros en reformas en casa el pasado año. Las búsquedas de “a domicilio” en Google han crecido un 117%. Se llegaron a multiplicar por seis en lo más duro del confinamiento.
¿Qué pasaría si esto fuese un cambio permanente? Hay muchas empresas que apuestan a que eso será así, y la primera de ellas se llama Amazon. Solo en el último mes, la compañía de Jeff Bezos ha hecho dos movimientos significativos. Por un lado, ha invertido 9.000 millones de dólares en comprar MGM, dueña de las franquicias de James Bond o Rocky, para integrar su catálogo en Amazon Prime Video. Por otro lado, ha integrado Prime Now, su servicio de entrega rápida, dentro de su app principal. Ambos vienen a ser motivos añadidos para que la gente pague 36 euros al año por ser cliente de Prime.
La rapidez en llevar las cosas a casa es cada vez más el campo de batalla en el que se libra la guerra por el delivery, ahora rebrandeado como quick commerce. Para entender cómo de despiadada es la lucha, la entrega rápida de Amazon es de dos horas.
En marzo, el unicornio barcelonés Glovo presentó SuperGlovo, un servicio de última milla que entrega en el centro de Barcelona en diez minutos. Años en el oficio han enseñado a Glovo que la distancia física es una barrera que no hay piernas de rider que pueda acercar, y por ese motivo han creado una serie de almacenes urbanos por toda la ciudad en los que sus riders pueden recoger el producto y llevarlo hasta casa.
Pues bien, en abril nacieron en Madrid no uno, sino dos servicios de entrega a domicilio en un máximo de diez minutos. Dija y Blok, que así se llaman, ya están tejiendo su propia red de puntos de recogida. Aportan, además, una diferencia importante: sus riders no son falsos autónomos, sino repartidores con contrato de trabajo.
Con cerveza fría a solo diez minutos de distancia y la Eurocopa en abierto por Mediaset, se viene un mes de junio de seguir encerrados en casa. ¿Por qué lo llaman quick commerce cuando quieren decir culogordismo?