Corren tiempos difíciles, en los que la ver dad brilla por su ausencia y las medias verdades o las verdades a medias, elevadas a gran verdad, rellenan porcentajes insoportables de información digital.
Ocurre en los medios de comunicación tradicionales, salpicados y desbordados por la inmediatez de las cosas y sin oportunidad de chequear la verdad de las informaciones que publican, en el mejor de los casos, o en el peor, entregados al mejor postor. Las redes sociales, que aparecieron como la verdad del pueblo o de las masas, donde cada uno podía expresar lo que quisiera e incluso ser seguido fielmente por ello, se están convirtiendo en un mercadillo de favores y pozo sin fondo de emisión de datos falsos, medio falsos o semi pensionistas, donde uno debe escribir o publicar lo políticamente correcto, o ser baneado sin piedad.
En esto viene Elon a salvar al mundo de las emisiones de CO2 y también de la bota apisonadora de la verdad de Twitter. Con la decisión firme que otorga el exceso de millones, se propuso comprar su primer pajarito. Tal cual, como el que se compra un agaporni, el tío oferta 44.000 de los grandes, porque le sobran. Todo sea por la libertad de expresión, ¿no?
La gracia es que en cuanto sale la noticia, ya era falsa. En el mes de abril, los principales periódicos del mundo lanzaban prestos la noticia de que “Musk compra Twitter”. Semanas después, los mismos periódicos sueltan tranquilamente, sin despeinarse, que la compra se paraliza por el alto número de cuentas falsas. La verdad a medias. Ni las cuentas le salen a Twitter, ni parecía en un momento dado que le salieran a Musk, ni tampoco los titulares eran los adecuados, quedando en tablas todos. Curioso. No pasa nada, seguimos…
En el fragor de la batalla por la libertad, ejecutivos de Twitter llamando a Elon “especialito con asperger”, o sutilezas como que “Twitter no está aquí para darle a la gente libertad de expresión” …, pero ellos no se banean.
La última broma, el uso de emojis para certificar el circo mundial, donde Musk contesta con la mierdecilla con ojitos a un tweet del CEO de Twitter donde intenta explicar que no es posible saber el alcance exacto de las cuentas falsas porque no pueden usar la información privada. Alucina. Estos mismos quieren vender espacios a marcas y anunciantes para hacer que las plataformas sean rentables, y ni siquiera pueden dar datos precisos sobre ellas mismas. La misma mierdecilla con ojitos de siempre.
Y así es como está el patio, señores. A ver si finalmente la compra se produce, porque Elon puede perder más de mil millones si no lo hace, pero bueno, es como el alpiste del agaporni para él, claro.
Los héroes sin capa no lo son en este circo mundial de las redes sociales, ni los piratas buenos, ni los visionarios, ni los datos en entornos digitales son tan creíbles como deberían. Pero si alguien puede, ese es Musk. Para todo lo demás, alpiste.
Mario Sánchez del Real es socio fundador y director general creativo de Peanuts & Monkeys