En la introducción a Una semana en el aeropuerto, el autor y filósofo Alain de Botton escribe que "arte y comercio son a menudo malos compañeros de cama, que se miran el uno al otro con una mezcla de recelo y desprecio." Esa tensión es muy evidente en la industria publicitaria, máxime si la palabra creativo o creativa aparecen en nuestro cargo. Arte y comercio son las dos aguas entre las que navegamos constantemente y la primera posee un aura de pureza que, para muchos, la segunda adultera. Incapaces de encontrar el equilibrio necesario, hay profesionales que reniegan de la profesión en sí, que dicen aborrecer la publicidad, y a quienes, por supuesto, no les importan los premios lo más mínimo. Definirse a la contra no es nada nuevo. Tampoco es nueva la hipocresía.
Hasta cierto punto, la negación como mecanismo de defensa es comprensible. Crear requiere un alto grado de sensibilidad para establecer nuevas conexiones, contar historias que conecten profundamente con nuestro público, o encontrar soluciones inesperadas a problemas de índole muy diversa. Crear también requiere lo opuesto. Hace falta un ego de acero para poder sobrellevar las frecuentes contribuciones no solicitadas, valoraciones negativas y decisiones arbitrarias que una y otra vez dinamitan nuestro trabajo y, de forma colateral, hieren nuestra autoestima. Parafraseando el discurso de aceptación de los Oscars de Jordan Peele, "lo fácil es no crear". A pesar de todo, tiene que haber otra respuesta que la apostasía.
Recuerdo que, cuando entré en Wieden+Kennedy Amsterdam, la naturaleza global de la agencia era la excusa oficiosa con la que justificábamos que el número de leones que ganábamos no fuera tan alto como el de nuestro principal competidor: Wieden+Kennedy Portland. En esta disputa fraternal, el hecho de que los americanos pudieran centrarse en un solo mercado y en una sola cultura les daba una ventaja indudable respecto a campañas que en ocasiones-como en el caso de Coca-Cola-tenían que funcionar en más de 50 países. A modo de disculpa tenía sentido, ¿no? El problema empezó cuando la coartada se convirtió en premisa y la apatía se generalizó. Por suerte, fue un problema pasajero. La capacidad infinita de ilusionarnos es fundamental.
Uno de los creativos que fiché en esa época fue Evgeny Primachenko. Inicialmente, su tarea consistía en ser el redactor principal para Beeline, el segundo operador telefónico de Rusia. Rápidamente vimos que su potencial iba mucho más allá. Las viejas excusas a él no le valían. Su amor por la profesión era contagioso y su conocimiento sobre agencias, campañas y productoras era absoluto. El principal contacto que tuvo con la industria desde su nativa Ekaterimburgo, donde había vivido hasta que se mudó a Amsterdam, fueron los festivales. En particular, Cannes. De ahí sacó la motivación que le ha llevado en la actualidad a ser uno de los creativos más galardonados de W+K y a liderar S7 Airlines y Nike.
BENDICIÓN
El pasado 21 de mayo, Raúl Cardós, fundador de ( anónimo ) en México, tuiteaba que "Algo estamos haciendo mal los publicistas cuando vemos en festivales ideas tan sorprendentes q tendrían q haber impactado a millones y sido noticias compartidas por todos en el país o al menos en esta ciudad y sin embargo nadie, o muy poca gente, fuera de la publicidad las conoce". Seguramente tenga razón y, a pesar de todo, a pesar de los posibles truchos, politiqueos, plagios y disparidad de criterios, festivales como Cannes siguen siendo unexcepcional motor de inspiración que motiva a cientos de Evgenys a empujar la industria y a los que estamos en ella. Los becerros de oro son sacrílegos. Los leones, no.
Pronto empieza la temporada de rosé en La Croisette de Cannes. Si mi olfato no me falla, este año se tendrán que descorchar muchas más botellas para celebrar los éxitos de nuestro país. No tendría porqué fallarme. Últimamente no lo ha hecho. Ni cuando hace dos años Jesús Revuelta compartió la brillante Más allá del dinero ni cuando el año pasado vi la emocionante Hope de Señora Rushmore y Blur. El olor a león este año también es tan fuerte que llega hasta Tasmania. Felicidades por adelantado. ¡QD!