Opinión

Redes de odio

A veces, las redes sociales son de todo menos sociales. Hablando se entiende la gente, pero escribiendo en 140 caracteres esa misma gente la lía parda, y ya no hay quien se entienda. Aparece el odio al primer calentón, un odio a veces ocasional, otras habitual, algunas espontáneo y, en demasiadas ocasiones, organizado…

Bajo el parapeto de las redes, muchos se sienten con derecho a apedrear y llamar a la lapidación. Quien esté libre de pecado que tire la primera pied…BONK. Pedrada en la frente. BONK. Otra en la nuca. Cualquier pretexto enciende la chispa, las palabras son un combustible que prende más rápido que la gasolina, y en minutos arde Troya.

En la película Guerra Mundial Z, Brad Pitt se movía de puntillas entre los zombies, porque al mínimo crujidito se abalanzarían sobre él con hambre asesina: primero uno, luego otro y de repente cien mil más. Esto es igual. A la que pises la ramita equivocada te propinan bocados en la pantorrilla, en el cuello, en la lorza… Los pajaritos azulitos se transforman en los pájaros de Hitchcock, bandadas de cuervos negros que te arrancan la piel a jirones… y en un instante la película se vuelve de terror. En cierta ocasión, cerca de unas elecciones (la política crea ya más hooligans que el fútbol) mi Facebook se pobló de mensajes de un contacto haciendo proselitismo por un partido, jaleado por algunos correligionarios. No suelo participar en estas conversaciones, pero sí las leo: me interesa ver qué piensa la gente, y me recuerda que podemos ser amigos pensando diferente. La raya es el insulto. En un momento dado, llamó literalmente "gilipollas" a todos los votantes de cualquier partido distinto del suyo. Como el hombre no paraba, excepcionalmente decidí sugerirle -en voz muy baja, lo prometo- que si quería insultara a los partidos, pero no a los votantes (es decir a mí, mi familia y muchos de mis amigos y los suyos). ¡Ay! ¡La ramita! Primero uno. Luego otro. Bocado aquí, bocado allá, sangre por todos lados… y mientras era devorado me dio por pensar que, efectivamente, yo era gilipollas, no por mi voto, sino por caer en una trampa tan obvia.

En ocasiones, el odio se vuelve contra el que lo promueve. Recuerdo aquella mujer que deseó a Inés Arrimadas que la violaran en grupo. La red la vapuleó, acabó denunciada y perdió su trabajo. La señora, que cuando no escribía estupideces en las redes probablemente no era mala gente, se disculpó. Nos enteramos todos y supongo que por eso se arrepintió, pero la mayoría de las veces no hay repercusión pública y por tanto no hay arrepentimiento.

CULTURA ‘EXPRESS'

Las redes han cambiado nuestra forma de comunicarnos, y no siempre para bien. Hay demasiado poco espacio para escribir, demasiadas pocas ganas de leer, ninguna de reflexionar –solo de reaccionar- , han generado una cultura express de lo inmediato, causas de usar y tirar, banalización de las emociones, simplificación de los argumentos, manipulación, polarización, bullying digital 24/7, y hasta una palabra nueva en el diccionario: posverdad, que viene a significar que la verdad no importa nada, porque la nueva verdad son los likes.

Pero no quiero ser apocalíptico, es cierto que las redes pueden ser también un lugar amable para mantener contacto con amigos, para disfrutar, compartir, e incluso para movilizar poderosamente la solidaridad. Pero en relación a algunos temas, sigue siendo un polvorín. Me pregunto si alguna vez aprenderemos a respetar las ideas diferentes, las distintas sensibilidades, y a debatir sin odios. Me lo pregunto, pero no me lo respondo… no vaya a ser que la respuesta no me guste.

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