La AEACP, propietaria del Festival El Sol, ha decidido, según nota recibida al cierre de esta edición, adoptar dos decisiones con respecto al controvertido palmarés de la vigésimo séptima edición del festival. La primera, no retirar ningún premio y dejar el resultado como estaba. Aunque no es así del todo, porque indica que "es consciente de que en esta edición han participado piezas que, con arreglo a las modificaciones que se van a introducir en el reglamento, no habrían tenido la oportunidad de participar ni de formar parte de su palmarés…". Lo que no deja de ser una clara acusación hacia esas campañas, introduciendo de paso una contradicción en su planteamiento. Y es que la segunda decisión que ha tomado es reformar el reglamento de cara a la próxima edición. Entre esas modificaciones se adelanta la creación de una Oficina del Festival, a la que los jurados podrán dirigirse para presentar reclamaciones o información sobre campañas, y la inclusión de un anunciante en cada sección del jurado.
No hace falta reflexionar mucho para llegar a la conclusión de que no son las respuestas que se podían esperar para restaurar la credibilidad del festival.
El comunicado reconoce que las campañas enjuiciadas, que son, recordemos, muy pocas, no deberían tener premio pero, al tiempo, la AEACP prefiere dejar las cosas como están, como si de un partido de fútbol dirimido por penalti injusto se tratase. Lo cierto es que no es un partido de fútbol y que las normas vigentes especifican que "la empresa que incumpliere el presente reglamento será apartada del festival, así como desposeída de los premios que pudiera haber obtenido por su participación". Por tanto, nada se opondría a que el festival retirara los premios de la pasada edición. Nada, excepto una cosa realmente asombrosa y es que en todo el reglamento citado, exceptuando alguna categoría reciente que merece explicación, como Campañas Integradas, no se define qué se premia en realidad en El Sol. Increíble, pero cierto. Sólo acudiendo a textos laterales uno tiene la certeza de que se premia la idea y se fomenta la creatividad. En cualquier caso, estos habrían sido suficientes para retirar esos premios que ya incumplen el reglamento actual, dado que con ninguno de ellos se reconoce a la idea y se fomenta la creatividad, antes al contrario, se premia la falta absoluta de originalidad.
En cuanto a la presencia de anunciantes en el jurado a modo de policías, daría lugar a muchos comentarios irónicos, que preferimos ahorrarnos. En cualquier caso, probablemente sea lo mejor de lo propuesto, dado que la modi_ cación del reglamento aún no puede enjuiciarse.
Ante esta situación no es de extrañar que una destacada agencia de la AEACP, Shackleton, haya dejado el comité ejecutivo de la asociación. Siendo, como es, un gran competidor nacional e internacional en este tipo de concursos, es lógico que exija la máxima limpieza a aquel que estaba amparando como miembro de su directiva. Al no atenderse satisfactoriamente sus lógicas peticiones, su presidente, Pablo Alzugaray, ha tomado, este sí, la decisión correcta.
Esperemos, en cualquier caso, que las medidas que se tomen de cara al futuro sean acertadas y supongan una barrera para que lo trucho y lo nada original acaben en el palmarés. Porque se ve que tomar decisiones a posteriori que supongan un conflicto interno es algo que a la AEACP se le hace muy cuesta arriba.