El plan de recortes aprobado por Hearst España, y que pasa también por la aplicación de un ERE que ha supuesto la salida de 79 profesionales de la compañía (algo más de un 30% de su plantilla), incluye el cierre progresivo de algunas de sus cabeceras. Todas ellas heredadas de la antigua Hachette Filipacchi, compañía sobre la que el grupo americano se asentó en España hace más de una década, pertenecientes a distintos nichos de mercado y, todas, con un largo histórico.
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