Inés Díaz-Casariego
Socia y directora general de cuentas en CLV
En verano siempre voy a El Puerto de Santa María, en Cádiz. La oferta gastronómica para cenar sin moverte mucho es amplia y variada a nivel de precios. A mí, como buena comilona que soy, me gusta desde cenar unas acedías o pescaíto frito con tomate aliñado en chiringuitos de playa o ventas, hasta ir de escapada a El Campero en Barbate a disfrutar del atún en todas sus vertientes, pasando por la opción del gran homenaje en Aponiente (un templo gastro con el que hemos tenido la suerte de colaborar en CLV en dos campañas). Claro que también me encanta cenar una ensaladilla y huevos encapotados en el Hoyo 19 de la Casa Grande después de jugar al croquet, o ir al Club El Buzo a una cena frente al mar, si es que consigues mesa... Y el resto de los días, tomar en casa nuestro plato de tradición familiar: tortilla de patata bañada con gazpacho casero, que suena rarito, pero está increíble. Y de remate, hay unas yemas en La Perla, que están de chuparte los dedos. Que ganas de agosto.
Ainhoa de las Pozas
CEO en Serviceplan
Mis veranos son muy urbanos, aunque intento pasar unas tres semanas en la playa. Antes viajaba mucho más, pero con una niña muy pequeña de momento es más fácil ir a zona de playa accesible con cochecito así que disfruto unos días en Levante, en la Vega Baja con la familia y en el sur en las maravillosas playas de Cádiz.
Los días que paso en Madrid intento rememorar mis viajes más exóticos y siempre comemos algún día en El Flaco (para mí unos de los mejores tailandeses de Madrid) o en Casa Mùi, mucho más nuevo y de fusión también asiática mediterránea.
No nos perdemos una visita al Campero en Barbate, para degustar el atún. Y en Zahara hay un montón de buenos restaurantes, pero siempre nos gusta visitar Trasteo, que mezcla lo mejor de Madrid y Cádiz y cocina algo más tradicional en Ramón Pipi.
Pero siempre, lo mejor, ir a comprar a las lonjas y mercados tradicionales tanto de Barbate como de Santa Pola y luego cocinar en casa los productos locales. Otro día os doy alguna receta.
Félix del Valle
Director general creativo en MRM
Será un año más en Portosín. Para quien no lo conozca, es un pequeño pueblo de mar que está en la ría de Muros y Noia, a media hora en coche de Santiago de Compostela.
Durante el año viven unas seiscientas personas y en verano su población se va hasta las dos mil. Son solo unos pocos durante el año y tampoco son muchos en verano.
Ahí en Portosín, y junto al puerto, está el Nordestada, un lugar pequeño, intenso y rodeado de mar. Cocina abierta. Tres mesas en el interior y quizás cinco fuera.
Nordestada debe su nombre a ese viento fresco que viene del Nordés, un viento muy gallego. Allí comes lo que manden el mar y las brasas, pues su carta depende de las pescas del día y de la Virgen del Carmen. El edificio donde está situado es la antigua lonja de pescado, que también fue taberna de pescadores.
Ahí tengo una cita que lleva marcada todo el año y que no necesita estar en ninguna agenda. Si me preguntas qué vamos a comer, se lo dejaremos elegir un año más al mar.
Con el vino, nos dejaremos recomendar. Yo sólo voy a elegir quién se sienta enfrente y a los lados. Si van, a lo mejor nos vemos allí. No se olviden de reservar.
Este contenido se publicó originalmente en el Nº 1711 de 'Anuncios'