Nos presentamos en la sede de Diageo en Aravaca (Madrid) con un cuestionario infinito, pero rápidamente el huracán Úrsula Mejía Melgar hace su aparición y nos dice que, en esta ocasión (son varias las entrevistas que hemos publicado con ella en Anuncios), vamos a improvisar. Y así discurre un encuentro, previsto inicialmente para que dure una hora, pero que se alarga porque la vida profesional de esta mujer sería difícil de entender sin antes conocer su faceta más personal. Aunque es cierto que a todos nos marca la familia en la que nacemos, en este caso ha sido determinante para forjar su carácter, su forma de ver la vida y las decisiones tomadas a lo largo de sus años. “Hay un aprendizaje de vida que me dio un director de arte maravilloso y que yo le transmito mucho a mi equipo: cultivarte es algo fundamental. Creo que aprender todo lo que puedas en la vida siempre te va a servir, sea tocar el piano o visitar un museo. Todo lo vas a hilvanar y te ayudará en un futuro”, dice. Por eso, para llegar a la persona que hay detrás de la directora de marketing de Diageo para el Sur de Europa, inevitablemente nos tenemos que remontar a su infancia y a las personas que más le influyeron. “Mis abuelos y mi tía Noa han sido referentes de valentía, trabajo, alegría y de saber vivir la vida”, cuenta. A partir de esta frase, comienza un periplo por su vida, que arranca en su infancia en México, su país natal, continúa en Estados Unidos y Suiza para terminar en Madrid, donde actualmente reside con su marido, mexicano como ella, con el que está a punto de cumplir las bodas de plata, y sus dos hijos adolescentes. Desde la sala decorada al más puro estilo J&B, se remonta años atrás para contarnos la historia de su tía Noa, una mujer que nació con una enfermedad genética conocida como el mal de Hansen. “Estamos hablando del México de 1949, cuando el mundo era un caos y una niña con estas ‘características’ no era bienvenida. Como era imposible encontrar un colegio para ella, mi abuela Pauli alquiló la casa contigua a donde vivían y abrió La Escuelita Azul. Así fue cómo mi tía no solo pudo ir a clases como el resto de los niños de su edad, sino que, ella que parecía que no tenía futuro, llegó a la universidad y se convirtió en la fundadora de la Asociación de Minusválidos de la Universidad Nacional Autónoma de México”. Entre risas, Úrsula espeta que para seguir conociendo a sus antepasados vamos a necesitar unos chupitos de tequila. Ahora es el momento de descubrir a sus abuelos. “Él era médico y pasaba consulta a partir de las 07:00 horas. Al mediodía, yo iba a comer a su casa y él también (por la tarde continuaba con sus citas). En ese instante, mis abuelos tenían este bonito ritual: se sentaban a tomar un chupito de tequila con un poquito de queso y echaban una partida de dominó.
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