Hace unos días leí en uno de esos newsletters a los que todos estamos suscritos porque queremos estar al tanto de lo que pasa en el mundo pero que, en realidad, abrimos en un 0,5% de las ocasiones, que "Longtime Exec on TBWA's Apple Account Is Suing the Agency for Cutting His Job". Hasta aquí, todo bien. Otro que cae, qué le vamos a hacer. Lo que me interesó fue el subtitular: ‘Duncan Milner claims he was a victim of age discrimination'.
Duncan, macho, desde la sunny Spain estamos contigo. Por lo menos los creativos viejunos que peinamos canas en el mejor de los casos (en el mío particular tan solo en la barba) y a los que se nos centrifuga del mercado publicitario para dar paso a las nuevas y talentosas generaciones de creadores de historias y de stories.
Disculpen mi ignorancia, pero desconocía absolutamente quién es Duncan Milner. Resulta que llevaba veinte años dirigiendo la creatividad de TBWAMedia Arts Lab, trabajando en exclusiva para Apple, donde iba sacando campañas con el bueno de Steve Jobs, como diría un comentarista deportivo de los malos. No sé si ustedes también están hartos de escuchar referirse a tal entrenador o a cual jugador con el apelativo el bueno de, cuando es más que posible que el referido sea un hijo de su reverenda progenitora. Quizás sean solo cosas mías.
Bueno, a lo que vamos. Milner sacó campañas como Mac vs PC, elegida por Adweek como la mejor campaña de la primera década del milenio. O lanzó los iPods con aquella mítica de las siluetas, de la que Jobs indicó que "me habéis dado una idea de un billón de dólares", cita que Milner utiliza en la demanda. Y se inventó eso de Shot on an iPhone que cubre cualquier obra de fachada en el mundo con fotos telefónicas de los más variopintos lugares.
Hace tres años a Duncan le fueron indicando la puerta de salida de la manera que se hacen estas cosas: le sustituyen por otro y le mandan a jugar en segunda división para que se aburra, dándole la presidencia creativa mundial de MALFor Good (un nombre un pelín chanante, si quieren mi opinión), una agencia especializada en comunicación con causa. Sorprendentemente, la cosa acaba MAL (chistazo que se veía venir) y MALFor Good no puede pagar su salario, por lo que le echan. Milner no llega a un acuerdo en las condiciones de salida y les demanda por "wrongful termination based on age discrimination". O sea, que dice que le echan por viejo.
Uno está lo suficientemente versado en series como La ley de Los Ángeles, Ally McBeal o The good fight para saber que esto se saldará con un acuerdo entre las partes y que nunca llegará a dictarse sentencia, pero la verdad es que me gustaría bastante saber qué tiene que decir un juez al respecto.
El viejunismo, especialmente en el departamento creativo (disculpen la anticuada terminología propia de los de mi género) es una enfermedad que se erradica con prontitud de las agencias mediante la extracción de los elementos mínimamente contaminados y que cuentan con mayor salario. Y esto es una pena para todos y algo que, como sector, deberíamos replantearnos. No descarto hacerme un Erin Brockovich y empezar a movilizar esto para desafiar a las malvadas multinacionales que solo piensan en su cuenta de resultados. Pero lo cierto es que solo pensarlo me da una pereza importante.
Será que me estoy haciendo viejo.