¿Madre mía, cómo está el mundo! Eso pensamos todos cuando supimos de la victoria del pato D... digo de Donald Trump. El otro día, en su toma de la presidencia, nos quedamos ojipláticos de nuevo, en la confirmación de lo que parecía un mal chiste. La amenaza fantasma.
¡Qué poco que conocemos en Europa, y ya no digo en España, a la Norteamérica profunda! Esa a la que no damos mucho pábulo, pero que resulta decisiva. Esa, que además de profunda, es muy grande, enorme, y aunque con profundos complejos, muy orgullosa también. Nosotros preferimos ver la que se refleja en las pelis, la del New York, New York. Si analizamos requeteinformalmente la campaña electoral propuesta por los candidatos, igual encontramos algunas pistas de la pintoresca sorpresa final.
De momento, decir que, los spots de televisión de la campaña presidencial fueron del tono más negativo que se recuerda ever, amén de los careos de plató, cargados de ataques gratuitos personales y poca chicha política de fondo. Pelea de gallos, o de patos.
Hillary vs Trump, Hillary for America vs Let's make America great again. Estos eran los eslóganes de sus campañas, que desde luego ni se acercan al inolvidable mensaje positivo de It's morning again in America de la campaña que catapultó a Ronald Reagan a la presidencia en los ochenta. Ya ni os cuento a la distancia a la que queda el mítico Yes we can de Obama, copiado a pies juntillas localmente por al amigo Pablo Iglesias, buen manejador del marketing, las apariciones en televisión gratuitas y los efectos especiales. Como estos otros dos, salvando las distancias y con barniz made in Spain, cañí y ole. Y de efectos especiales, contenido televisivo y personal branding cutre, pero efectivo, va la cosa.
Ya sólo en las primarias, Trump no había gastado un dólar en propaganda electoral nacional, mientras Clinton 2, lavenganza, había emitido unas cuantas decenas de miles de anuncios pagados en televisión. Dicen las malas lenguas que
Hillary invirtió más de quince veces lo del pato. No me extraña, es lo que tiene ser un person, aunque caiga mal: que en tele sale y sale mucho. Y gratis.
Al patito feo (y lo digo porque siempre estuvo detrás, e incluso parecía hasta ridícula su candidatura a ojos de muchos), le acompañaba algo que nunca tuvo Hillary, una cobertura mediática basada en el posible contenido que podía imaginarse de cualquier aparición pública. Contenido amarillo chillón para teles y prensa, amén de millones de impactos no pagados en redes sociales. Para el recuerdo colectivo futuro, quedarán sus gifs de morritos y memes inagotables. No recuerdo ninguno de Hillary, la verdad. Esa es la diferencia. Sólo el gran Julito Iglesias estaría a la altura.
TEATRILLO
Es lo que tiene ser un tipo especial. Tener las plumas negras en vez de blancas, o flequillo de zanahoria en vez de un perfecto estilismo de 5th Avenue, es como que llama la atención. Content de alta notoriedad y low cost. Si además de estrafalario y directo, irreverente y políticamente incorrecto, eres multimillonario, pues mejor. Trump, aparte de su efectivo personaje de teatrillo, saber sabe, y mucho, de su imán mediático. Además, nadie se hace millonario porque sí.
América lo sabe. En el país del dólar, esto es definitivo. Ready for Hillary era el también patoso claim inicial de la candidatura de ella. Tan patoso como que tan solo agregando una interrogante al final, ya parecía otra cosa: Ready forHillary? Pues igual no. Hillary, no te peines, reina. Píntate de rojo los pelos , ponte tetas de goma y suelta todo lo que te dé la gana por tu boquita, que es lo que vale para la tele y la masa.
De hecho, Hillary, ¿conoces a Belén Esteban? Pues deberías haber hecho unas llamadas long distance para saber cómo se llega a ser la reina de la televisión sin haber pegado un palo al agua ni saber hacer nada. Una crack televisiva, aunque nos joda. Creo que Donald igual sí que la conoce, aunque él seguro que preferiría a Jesús Gil. Es más su estilo, pero en versión en castellano, subtitulada. R.I.P.
Por favor no le digan a Belén que se presente a las elecciones, que igual gana.