Opinión

TV de otra galaxia; por Mario Sánchez del Real

No os quiero mentir, no veo mucho la tele. Más diría que la oigo, ya que está como fondo musical en mi casa. Sí he de reconocer que casi siempre está prendida, parafraseando a mi querido abuelo, que era muy de este término tan pirotécnico. También admito que casi siempre presto más atención a cualquier otro dispositivo que tenga en el salón de mi casa, con el que brujulear por internet. Pero estar, está prendida.

Quizás por esto no soy un gran conocedor de lo que se emite en parrilla y el otro día, presa de una mezcla diabólica entre el cansancio que me plantea mi hija pequeña de 10 meses y una semana de curro de esas que espantarían a más de uno de nuestro querido negocio publicitario sin remedio, me quedé dormido con la tele puesta. Digo, prendida.

Me despierta algún quejido remoto de mi baby y tras poner el consabido tete, me vuelvo al salón dispuesto a apagar la tele. Corrían las tres y mucho de la madrugada. Un poco legañoso, entreabiertos los ojos, capta poderosamente mi atención lo que se estaba emitiendo en Dios sabe qué cadena, aleatoriamente escogida. Una muy fea, pero absorbente presentadora del tarot, habla como una serpiente encantadora, susurrando al oído de algún televidente, vidente creyente, evidentemente.

No tardo más de  10 segundos en cambiar de canal con un gesto casi de asco y sorpresa, pero cierta curiosidad también. Uno tras otro compruebo con horror como en no menos de diez canales seguidos no hay otra cosa que curadores, videntes, ruletas de la fortuna, timbas de poker,  teletiendas , porno softcore y algún que otro telediario noctámbulo 24h bastante más hardcore que los del porno light. Vamos, que estaban hablando de corrupción en Miami y ciudades adyacentes como Madrid, Valencia, Barcelona… Para no pegar ojo tranquilo en una semana, o en un año.

 

Poltergeist'

La verdad es que no me había dado cuenta de la galaxia paralela en la que vive la televisión nocturna, en una especie de poltergeist televisivo que no deja de ser un reflejo de las miserias y lado más oscuro que tiene nuestra sociedad. La noche siempre ha encerrado u ocultado cosas que no queremos ver y sirve de parapeto para muchas actividades que resultan escandalosas a la luz del día. Si viéramos estos programas a es misma luz del día, nos hacíamos todos Opusdeístas televisivos, o Jihadístas de la Cuatro, o montábamos Ku Klux Clan TV.

¿La tele estaba prendida o se encendió sola por la concentración de una médium? Nunca lo sabré. Al menos no tenía el efecto nieve, ese que te asegura un susto de muerte al ver como sale una niña despeinada de tu tele y con los ojos en blanco.

Tampoco sabré y no puedo ni pensar el target de semejante Smart-TV-asesinato. Supongo que no se puede evitar que haya de todo, en la vida, en la política y en la televisión. De hecho este poltergeist es bastante mejor que el otro del escenario político, que bien parece una serie B del peorcito cine gore de los Ochenta. Un día de estos les darán vueltas a sus señorías del Congreso las cabezas, como a la niña de El exorcista. Pero no de vergüenza, de eso no.

Hablando de series B, quizás esta fase oculta de la tele sea como aquellos LPs de vinilo que aún en mi juventud se compraban para poder oír música buena. Habitualmente la cara B era exactamente eso, nunca se alojaban allí ninguno de los hits que nos inspiraban a comprar los discos. Puro relleno, esto debe ser lo mismo. Pero el consumo era muy distinto, el cara-beísmo no importaba demasiado. Eran los tiempos en que escuchar tu canción preferida en la radio te hacía una gran ilusión, quizás porque solo la escuchabas un puñado de veces en tu vida. Ya se sabe, las cosas en pequeñas dosis a veces saben mejor. Ahora todo es a lo bestia, downloads incluidos.

Si hablamos de otros medios y de sus caras B, no pasa lo mismo. Por ejemplo, ya que hablaba de la radio, es en sus sesiones nocturnas cuando se dan los mejores programas, los que más fidelidad generan y seguramente los más auténticos y personales. Qué extraño. Nada de apariciones de otras galaxias.

En Internet no hay vallas, ni after hours, ni noches, ni días, así que no puedo hacer una comparativa, pero los videntes y demás fauna solo aparecen si los buscas, lo cual es una gran ventaja del ciberespacio y otras cibergalaxias paralelas. Opsss, error, hay gente si parece que los buscan en la tele, que llama por teléfono a estos videntes visionarios o se lían a mandar SMSs a destajo. No puedo dejar de pensar en que la mitad son ganchos. ¡Por favor, que lo sean, o la cosa está mucho peor de lo que parece en las horas más claras de sol!

Lo más potente que oí ese día de una de estas videntes siderales era decirle a una pobre que debió hacerle una consulta pseudo-médica: "no es un cáncer, eso seguro…", dijo con voz pausada y tranquila mientras reorganizaba tranquilamente las cartas. Sí claro, seguro, porque tu lo digas, bonita… digo fea. Por dentro y por fuera, pero más por dentro. Me da mucho miedo esta gente que juega con los sentimientos de otros tan vilmente, también pena de que no les quede otra. Se quedó tan ancha.

La gente necesita escuchar cosas positivas, lo sé, pero es que el nivel moral de esta gentuza de la que muchos esperan un feedback profundo y esperanzador es de traca, digno de los peores estafadores de nuestra política nacional, o peor. Estos ganan 2 euros por cada minuto de mentira. Los otros, millones en una legislatura. No pienso coger la calculadora.

 

Teletiendas

Prefiero las teletiendas; si bien los artículos muchas veces son de la otra galaxia, por lo menos hacen ofertas 2x1 o rebajas inapelables La pregunta es si de inicio el precio era de nuestro planeta o de esa otra galaxia tan lejana. No sé.

Por cierto, ¿alguien sabe por qué ponen a pseudo-músicos de fondo de estos magnos eventos televisivos, tocando como si tocaran, pero sin tocar?. Igual ni saben, pero quedan bien ahí detrás. Es una especie de jam session de pega muy curiosa. Y luego critican el playback de la pobre/rica morenita desmedida Beyoncé. ¡Pero si da gloria verla desacompasar sus labios con la música!. En comparación, digo. Luego la obligan a dejarse de tres a cinco kilos de carnaza en directo para limpiar su imagen playbackera. Mejor que devuelva el caballo de madera de seiscientos miles o la Barbie de sesenta mil que le regaló a su hija. Desmedida muchacha del cante en directo por obligación…

Esta noche dormiré bien, me alquilaré algo en Wuaki o similar, porque hace un tiempo que no me descargo nada. Por pereza, más que nada, porque hay tanto que me cuesta mucho seleccionar. Igual cuando me ponga fibra me da igual y entro en una vorágine de downloads que te cagas. Bendita smart TV.

Dormiré bien por no ver a los de la otra galaxia. Pero también porque alguna vez que alguien me insinuó que los publicitarios éramos todos unos vendedores de motos y humos varios sin extractor, hasta me sentí casi mala persona durante un instante. Ahora sé que nuestras engañifas creativas son inofensivas al lado de las que otros hacen en los mismos medios en los que ponemos nuestra publicidad, que por mucho que queramos disfrazar, se ve que es publicidad.

Lo que hacen estos es mucho peor, mamá, mucho peor, dignifica nuestros contenidos pagados y las cortinillas grabadas por presentadores de telediario y hombres y mujeres del tiempo con mosca que reza: "publicidad".

Esta noche programaré la tele para que se autoapague, o mejor aún, que se autodestruya a una hora concreta. Bendita smart TV. Esta noche dormiré mejor. No más, pero mejor.

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