Kim Scott esperaba a cruzar en un paso de peatones en 1995 cuando su perro se lanzó a la carretera. Lo salvó por milímetros. El conductor frenó en seco, bajó la ventanilla y le dijo: “Creo que quieres a esa perra, pero la vas a matar si no le enseñas a sentarse”. Scott sacó dos conclusiones de ese comentario: la empatía con la que se había expresado y la sinceridad. Esta experiencia fue el punto...
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