Hace algunos años, mi señora madre me llamó a filas: “ven a verme, que tengo un regalo para ti”. Sorprendido, dada la escasa frecuencia con la que nos regalamos en la familia Pacheco-Ocaña, me planto en su domicilio con la seguridad mental que te otorga el saber que lo que te va a regalar tu madre:
a) no te va a gustar o
b) en realidad se lo ha comprado para ella.
Mi progenitora es un personaje sobre el que espero escribir un libro alguna vez. Tiene dos principales aficiones: las manifestaciones por cualquier tipo de causa y/o espectro ideológico —recuerdo con especial cariño una en San Sebastián cuando yo tenía como diez años y vino a buscarnos corriendo al hotel al grito de “¡Venid, venid, que están quemando un autobús!”, mientras mi padre la miraba evaluando mentalmente las posibilidades de sobrevivir de su descendencia que contaba con esa carga genética— y las subastas de items absurdos.
Lo habrán adivinado: había ido a una subasta. En este caso, de material que perteneció al bailarín Antonio. Y mi madre pujó (y ganó) por una caja que contenía varios objetos, entre ellos el que ahora tenía yo entre mis manos. Una T sobre una peana de mármol negro, en la que estaba colocada una placa en la que se podía leer “T DE TRIUNFADOR. ANTONIO”. “Mira, hijo. Es la T de Triunfador. Y pone tu nombre”.
Así que me volví a casa con otro premio que añadir a mi larga lista de galardones. Bien mirado, igual hice lo mismo para ganarlos que para conseguir la T DE TRIUNFADOR. Y eso me llevó a una reflexión que desembocó en una oportunidad de negocio que espero poner pronto en práctica: ¿Y si me invento los premios L DE LEÓN para que las agencias puedan conseguir sus ansiados galardones sin pasar por los engorrosos trámites de las fichas, los videocasos, los jurados, las shortlists, el pastizal de las inscripciones…? ¡Es que ni siquiera hay necesidad de tener la campaña hecha! ¡Ni hace falta tener clientes! ¿Queréis ganar un L por un branded content para Kelme protagonizado por los de El Chiringuito, aunque lo más cerca que hayáis estado de Josep Pedrerol es un día que pasasteis con el Cabify por un concesionario de FlexiCars? ¡Hecho! Me mandáis un mail a LdeLeon@tunegro.com con las Ls que necesitáis y el metal que os gustaría, y yo os hago precio de amigo, incluyendo descuentos por volumen.
¿Qué tal os ha ido este año en festivales?
Bastante bien: 30 oros, 14 platas y 3 bronces. Incluso estoy valorando el concepto ‘premios por suscripción’: por una módica cuota mensual recibes en tu agencia tres o cuatro Ls al mes y así no tienes que invertir tiempo y dinero en producir truchos y puedes dedicar tus recursos a causas más nobles como tu gente y tus clientes. Unos premios honestos. Porque tú, que eres un León de la propaganda, te lo mereces. Claro, que algunos mal pensados dirán que la L de León también podría ser la L de Loser. Qué mala es la envidia.
Antonio Pacheco, director creativo ejecutivo en Negro