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Discípula de Severo     España es un país de milagros, en el que el genio, el esfuerzo y la
Ochoa y mentora de      voluntad suelen suplir la falta de planificación y recursos para producir
una generación de       éxitos económicos, deportivos y culturales que casi nadie se explica. Dice
científicos, Margarita  Margarita Salas que también los investigadores españoles acostumbran a
Salas ha sido pionera   obrar milagros con la escasa financiación que reciben. Su caso, el de una
en muchos sentidos:     mujer que en el desértico panorama científico español de los sesenta se
como mujer se dedicó    convirtió en investigadora de talla mundial, también resulta bastante
a una actividad,        asombroso. El misterio se explica en parte por los años de formación que
la investigación,       pasó en el laboratorio de Severo Ochoa en Estados Unidos. A su regreso a
reservada en aquella    España trajo una manera de hacer ciencia, marcada por el rigor, la ambición,
época a los hombres;    la visión internacional y una absoluta dedicación, que después ha inculcado
como científica         en toda una generación de investigadores.
descubrió las claves
para la amplificación   MAS. ¿Cuántas mujeres había en su clase cuando estudiaba
del ADN y demostró      Química?
que aquí también se     Margarita Salas. Hace no mucho, en la celebración del cincuenta
podía hacer ciencia de  aniversario del fin de carrera –acabamos en el año 60—, alguien sacó la
primer nivel            orla y vimos que la tercera parte éramos mujeres. Le sorprende a todo el
                        mundo, pero éramos bastantes. Lo que pasa es que pocas seguíamos luego
                        una carrera profesional.

                        M. ¿Venir de una familia de médicos influyó en su decisión de
                        dedicarse a la ciencia?
                        M. Mi padre era médico y yo al principio dudaba si estudiar Medicina o
                        Química. Vivíamos en Gijón y la universidad más cercana era la de Oviedo,
                        pero en aquel momento en Oviedo no había facultad de Medicina, así que
                        decidí venirme a Madrid. En esa época había un curso que se llamaba
                        selectivo y que valía para ambas carreras Lo hice y al final decidí seguir con
                        la Química.

                        M. ¿Y la relación con Severo Ochoa?
                        M. Severo Ochoa era primo político de mi padre. Los dos eran del mismo
                        año, 1905, estudiaron Medicina en el mismo curso, estuvieron juntos en la
                        Residencia de Estudiantes y tenían muy buena relación. Severo Ochoa venía
                        en agosto a Asturias. Pasaba parte del tiempo en Luarca, su ciudad natal, y
                        parte del tiempo en Gijón, la de su mujer. En el verano de 1958 vino a Gijón,
                        y mi padre le invitó a comer a casa. Ahí le conocí. En esa comida nos invitó
                        a una conferencia sobre su trabajo que iba a dar el día siguiente en Oviedo.
                        La conferencia me fascinó; Ochoa era un magnífico orador. Después hubo
                        una cena y tuve la ocasión de hablar con él. Yo todavía no había estudiado
                        bioquímica y él me prometió que cuando llegase a Nueva York me mandaría
                        un libro de bioquímica, cosa que hizo. Al año siguiente, en cuarto curso,
                        tuve la asignatura y me empezó a gustar más que la química orgánica, que

                        era lo que en principio más me interesaba. Se lo comenté a Ochoa y me dijo >>

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