Page 81 - REVISTA MAS
P. 81

Isabel, 50 años y vinculada al mundo de la moda, se bajó de sus tacones hace      De arriba a abajo, botines de
ya un tiempo. No soportaba más la contradicción de esa ecuación que dice          Courrèges, ‘loafers’ de Ferragamo,
que belleza es igual a altura. Dejó sus tacones de aguja porque su cuerpo dijo    ‘kitten heels’ de J. Crew, mocasines
basta. El sufrimiento de sus pies se extendía a la pierna y de ahí a la espalda.  de Gucci, mocasines planos de Tod’s,
No aguantaba un minuto más vivir en esa jaula de cristal a más de diez            bailarinas de Pretty Ballerinas y
centímetros del suelo. Y bajó el tacón, lo acortó, a veces casi imperceptible,    escarpines de Chanel.
y su salud mejoró.
                                                                                                                            81
La decisión de Isabel confirma una tendencia que se da en la actualidad.
Según la compañía de investigación de mercados Mintel, el 59% de las
mujeres que compran calzado prefiere la suela plana, frente a las que no
quieren bajarse del tacón, que representan el 12%.

El asunto del tacón viene de largo. En Egipto y Persia lo utilizaron los
hombres; sobre todo, los actores. En Grecia y Roma era compartido por
hombres y mujeres en una sandalia que calzaba toda la población, incluso la
elegante aristocracia. Sandalias que llegan también hasta la Edad Media. En
algunos periodos de la historia, sobre todo en la era moderna (siglo XIII-siglo
XVIII), el tacón era cuestión de posición social: “A más lujo y más poder,
más tacón”, afirma Pedro Mansilla, periodista, sociólogo y crítico de moda.
Reyes, nobles y aristócratas lucían tacones cuando posaban ante sus pintores
de cámara. No sería hasta la edad contemporánea cuando el hombre, salvo
algunas excepciones, renunciaría al tacón y este pasaría a formar parte del
calzado femenino.

La altura es otro tema de controversia a la hora de establecer los límites. Los
seis centímetros es la que la mayoría pone como tope para un tacón corto;
pero su vez, por debajo de esa cifra hay varias medidas: de cero a dos, planos;
y de dos a seis, medios. Como debemos simplificar, nos quedamos con los
seis centímetros como medida estándar de referencia.

Pedro Mansilla destaca dos periodos en los que el zapato bajo tomó auge
y protagonismo: las décadas de los veinte y los sesenta del siglo pasado.
La primera se corresponde con el final de la Primera Guerra Mundial.
“Cuando los hombres estuvieron en las trincheras, la mujer se echó a la calle
y ocupó los puestos vacantes de sus parejas. Fueron carteras, conductoras,
enfermeras. Era la emancipación de la mujer. Y también supuso pequeñas
apropiaciones del mundo masculino, como son el traje de chaqueta y los
zapatos”, asegura. Y luego, llegaron los sesenta, en los que la juventud, “que
no había aportado nada en la moda, toma una posición dominante. Hay una
ruptura. Llegan la minifalda, los colores blancos frente a los oscuros de la
posguerra y los zapatos planos o sandalias. Son las dos épocas más modernas
en cuanto aportaciones para el futuro”.

El tacón corto llega a nuestros tiempos con toda su personalidad, pero
siempre en una especie de conflicto con su hermano más alto. Es una
especie de patito feo. Si buscas en las redes sociales se ve la diferencia.
Si escribes ‘zapato de tacón bajo’, sobrepasas los 400.000 resultados. Si
por el contrario tecleas el alto, los resultados se disparan hasta el millón.
Sin embargo, el tacón bajo no ha pasado desapercibido para estrellas del
cine de todos los tiempos, personajes relevantes de la vida social y política
o los diseñadores más top: Greta Garbo, con sus Brogue allá por los años
treinta, Katharine Hepburn y sus zapatos masculinos; Audrey Hepburn con
los de baile, y Brigitte Bardot, entre las veteranas; Michelle Obama con
sus Jimmy Choo de tacón bajo, y Victoria Beckham, que se ha apuntado

a la moda del calzado plano tras bajarse de sus adorables trece centímetros >>
   76   77   78   79   80   81   82   83   84   85   86