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# cultura
             Texto y fotos Mercedes Goiz

   Pasamos un día con la responsable del ingente patrimonio artístico de la Unesco

 El ojo crítico de
 Tania Fernández de Toledo

  Por las manos de esta doctora en arte granadina
  pasa todo lo que se mueve en la Unesco. Nadie
  como ella conoce los entresijos de la valiosísima
  colección que atesora su sede en París y que
  ella organiza y dirige.

    “Es gracias a ella que aquí funcionan las cosas. No solamente es una
    incansable trabajadora y muy inteligente, sino también una persona
    honesta. A Tania no se la puede sobornar” son las primeras palabras que
    la embajadora de Siria ante la Unesco me dirige cuando Tania Fernández
    de Toledo nos presenta en el salón donde se están ultimando detalles para
    recibir al presidente de Ghana, que hoy visita la sede. Precisamente el grupo
    de jazz que va a amenizar el coctel ha situado el pequeño escenario delante
    de La caída de Ícaro, el mural más grande de Picasso que –poca gente lo
    sabe- se encuentra en la sede de este organismo de la ONU, establecido en
    París en el año 1958. Tras supervisar que todo está en orden, y recepcionar
    la entrada del mandatario ghanés, pasamos de camino hacia su despacho
    por el espacio donde en dos días se va a celebrar el desfile de Loewe. Un
    ejército de carpinteros ha deconstruido un área de pasillos en una de las alas
    de la planta principal para reconstruir dos zonas ambivalentes con cabida
    para 500 personas sentadas. Fernández de Toledo inspecciona con detalle
    los paneles y determina con el encargado las pertinentes rectificaciones para
    que nada falle en este importante evento.
    Los dominios de Tania Fernández de Toledo están en la planta baja, “la
    de los tapices,” pues en sus paredes está expuesta la rica colección de la
    fundación. Su despacho, pequeño y sin exceso alguno, asoma a uno de los

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