Page 23 - MUJERES A SEGUIR Nº 3
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El fenómeno no es nuevo: hay personas que tienen, por la razón
                                        que sea, una capacidad de influencia sobre otros. La diferencia
                                        es que las redes sociales les han ofrecido un potentísimo altavoz.
                                        Ahora las marcas se han fijado en ellos, dando lugar a un nuevo
                                        trabajo, el de ‘infuencer’ profesional.


















                                        Aunque el sociólogo Pedro Mansilla remonta los orígenes de la figura del influyente a la mismísima Roma, no cabe
      No basta con                      duda de que el desarrollo de los medios de comunicación de masas disparó este fenómeno, y que la digitalización
                                        lo ha transformado sobremanera. “Se produjo un giro importante cuando se descubrió que aquellas celebridades
      desearlo, pero                    no acudían a los eventos solo por darse un baño de masas ni por posar en las fotos, sino que su mera presencia en
      puede resultar                    un acto garantizaba una remuneración”, dice. Además, la revolución digital ha puesto al alcance de cualquiera las
                                        herramientas para lograrlo. “Ahora parece más fácil convertirse en una ‘it girl’”, sigue Mansilla. Y esto en un contexto
      un negocio muy                    social en el que hacer marca personal se ha convertido en algo casi obligatorio. “Vivimos en un mundo en el que se
      rentable para el                  ha instalado la idea de que la notoriedad y el reconocimiento social son imprescindibles para triunfar, especialmente
                                        entre los ‘millennials’ y los ‘post millennials’”, que es donde el fenómeno influencer adquiere toda su fuerza.
      que lo consigue
                                        Un influencer es alguien que, debido a sus conocimientos y pericia en un sector, se convierte en un fiable prescritor
                                        de un producto o servicio para el público.  Así define Rafaela Almeida, fundadora de la agencia BlaNZ, la figura
                                        del influencer en su libro Influencers, la nueva tendencia del marketing online, recientemente publicado. Advierte
                                        que es un título reservado solo a unos pocos. Aunque en realidad no son tan pocos: el 10% de la población en
                                        España encajaría en esta categoría, asegura. “Podemos decir que un individuo es un ‘infuencer’ cuando su mensaje
                                        traspasa cada uno de sus cuatro círculos de influencia posibles [las personas a las que llega de forma directa],
                                        llegando finalmente al quinto, donde su mensaje se reproduce en comunidades online por otros ‘influencers’ y
                                        finalmente a los medios de comunicación, que son los grandes amplificadores de la información”. Para alcanzar esa
                                        posición, el individuo tiene que tener  gran habilidad comunicativa, conocimiento sobre una temática, capacidad
                                        de generar confianza y reciprocidad, tener contacto con los seguidores, consistencia en el discurso, habilidad para
                                        contar historias con una imagen o un vídeo y capacidad de crear tendencias, resume Almeida.

                                        No son pocos requisitos, pero los que son capaces de reunirlos han llamado la atención de la publicidad. En un
                                        primer momento, las marcas se fijaban seguramente en la cantidad de seguidores que conseguían en redes sociales o
                                        plataformas como YouTube. Pero, señala Almeida, esto es un error: “Está comprobado que el número de seguidores
                                        no implica un mayor retorno de ventas o de imagen de marca. Aquí entra en juego el nivel de ‘engagement’, es
                                        decir, su capacidad de generar empatía y ‘feedback’ entre la comunidad. Es por ello que empiezan a pisar fuerte los
                                        ‘microinfluencers’, que suelen tener comunidades de seguidores más pequeñas, pero más manejables, y con un alto
                                        ‘engagement’. También vemos constantemente a personajes considerados ‘celebrities’, prefabricados en ocasiones
                                        por publicistas, sin una base sólida en nada, que entran en una dinámica de colaboración con la prensa del corazón.
                                        Sus publicaciones se centran únicamente en la sobreexposición de sus vidas personales, pero, según cómo, utilizarlos
                                        en una campaña puede ser más contraproducente que beneficioso para la marca”.

                                        Tampoco ha sido inusual la manipulación de los datos a través de la compra de seguidores. “Muchas marcas se
                                        subieron al carro sin un análisis fiable de los perfiles, un aspecto más que necesario antes de seleccionar a los
                                        ‘influencers’. El resultado se ha plasmado en una bajísima cifra de conversión y la desconfianza de los anunciantes
                                        en cuanto a la eficacia de estas acciones”, dice Almeida. Para evitar esto han surgido herramientas y empresas
                                        especializadas que facilitan la labor de filtrado. Pero también la mayor profesionalización de los propios influencers
                                        ha generado una especie de selección natural. Sobreviven los que son capaces de “rentabilizar sus perfiles online,
                                        generar autoempleo con diferentes actividades y beneficios para las marcas”.

                                        La revista estadounidense eMarketer estima que los ingresos del marketing de influencers en todo el mundo solo
                                        a través de Instagram habrían alcanzado los 570 millones de dólares en 2016. Según Carlos del Hoyo, director  >>

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