Page 28 - MUJERES A SEGUIR Nº 3
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# opinión
                        y
              Lula Gómez   Periodista y escritora

                                          La ley de las           Siempre digo que las siete mujeres protagonistas del libro y el documental

                                           más nobles             Mujeres al frente deberían ser presidentas. No tengo dudas: si hubiese más
                                                                  gente con su generosidad, sabiduría e integridad, el mundo sería mejor. Voy
                                                                  con un ejemplo que ilustra la calidad humana de estas señoras. El día que
                                                                  le dieron el Premio Nobel de la Paz al presidente Santos, categoría en la que
                                                                  competía con  una de  estas siete magníficas, la llamé. Pensaba que  estaría
                                                                  decepcionada al saber que su mandatario viajaría a Estocolmo a recibir un
                                                                  homenaje mundial como constructor de la paz. En su caso, que ganase otro
                                                                  no era el problema: Luz Marina Bernal, una mujer humilde de un barrio pobre
                                                                  de Bogotá no sabe lo que es la envidia, pero sí la lucha por un mundo más
                                                                  justo. Mi angustia era por saber cómo se sentiría tras saber que la persona a la
                                                                  que ella acusaba de organizar el asesinato sistemático de pobres a los que se
                                                                  disfrazaba de guerrilleros, la persona señalada como máximo responsable de
                                                                  más de 4.700 ejecuciones extrajudiciales, iba a ser laureada. Tras tocar todas
                                                                  las puertas que supo y pudo tocar, tras presentarse ante todas las instancias
                                                                  nacionales e internacionales para pedir justicia, esta madre coraje consiguió
                                                                  que se reconociese el asesinato de su hijo, uno de esos miles, como el primer
                                                                  caso de falso positivo. “¿Luz Marina, cómo se siente usted ante el premio a
                                                                  Santos?”, le pregunté. “Bien, hoy estamos más cerca de la paz”, zanjó escueta.
                                                                  Ella, que supo tragarse los sapos del dolor, dice que es una madre muerta en
                                                                  vida y explica que a su hijo le debe trabajar por un país mejor. Con eso le basta,
                                                                  está aburrida de la espiral de violencia que solo lleva a más sangre y atrocidad.
                                                                  Por eso está empeñada en la paz, un asunto en el que nosotras, las mujeres,
                                                                  hemos estado históricamente olvidadas. Porque sí, sufrimos las guerras, pero
                                                                  hasta el proceso de paz que vivió Colombia el año pasado, las mujeres no
                                                                  hemos estado a la hora de firmar los acuerdos de paz. Y la paz, lo dice Naciones
                                                                  Unidas, es más sostenible en el tiempo cuando nosotras participamos en ella.

                                                                  Parte de la solución al horror de Beatriz Montoya, otra de las protagonistas
                                                                  del libro y documental, es sentar a las partes enfrentadas. Sí, ella sostiene que
                                                                  la única forma de avanzar es hablar y durante largas temporadas ha puesto
                                                                  a dialogar a víctimas y verdugos en un país con más de ocho millones de
                                                                  víctimas. “El enemigo es la guerra y la incapacidad para entenderse”, afirma.
                                                                  De su buen hacer hablan los resultados. Allí donde esta mujer ha trabajado, la
                                                                  reinserción ha sido posible y los violentos no se han vuelto a rearmar.

                                                                  Patricia Guerrero, otra de ellas, montó una Ciudad de Mujeres cerca de
                                                                  Cartagena de Indias. Formó a las más pobres de entre las pobres y entre
                                                                  todas construyeron una barriada que hoy acoge a casi un millar de personas.
                                                                  Impusieron su ley, la de las mujeres, y los hombres que no la acatan son
                                                                  expulsados. La única norma es la no violencia. Hablar, dejar de ser víctimas
                                                                  y  verse  como  sobrevivientes,  reconocer  que  hubo  una  guerra,  buscar
                                                                  soluciones estructurales al hambre (“si dices paz, paz, paz, acabas diciendo
                                                                  pan”, afirma otra de las protagonistas) o erradicar la indiferencia son algunas
                                                                  de las sabias proclamas de estas heroínas. Cada vez que las escucho me
                                                                  reafirman en lo interesante que sería que fuesen presidentas. #

                                                                  [Lula Gómez  es  la  autora  del  libro  ‘Mujeres  al  frente’  y la  directora
                                                                  del documental del mismo nombre, que recoge la historia de mujeres
                                                                  colombianas que lucharon por la paz]




                     Ella, que supo tragarse los sapos del dolor, dice que es una madre muerta en vida y
                                      explica que a su hijo le debe trabajar por un país mejor




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