Page 70 - MUJERES A SEGUIR Nº 3
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# opinión
y
Teresa Viejo Escritora
Hombres nuevos, Las citas nuevas requieren zapatos viejos. No es aconsejable estrenar calzado
zapatos viejos porque la incomodidad empieza por los pies y a mí me dolieron muchísimo esa
noche.
Había quedado con Javier –el amigo de mi ex, que optaba a convertirse en mi
nuevo mejor amigo-, en lo que iba a ser el primer encuentro con un hombre
que no tratara de venderme algo. En realidad se vendía él mismo pero apenas
detecté en su piel más arrugas que calles en Google Maps y confirmé que su
dentadura necesitaba una ortodoncia, supe que la transacción no me satisfacía. Y
reconozco su esfuerzo por desplegar unas estrategias de seducción más viejunas
que el verbo ligar, pero mi deseo hibernaba en el congelador.
Una vez concluida la cena, cuando ya de vuelta a casa amagó con un beso, me
contraje de pies a cabeza antes de sentir aquellos insoportables calambres en los
juanetes. Entonces me dije que nunca más estrenaría zapatos y hombre al mismo
tiempo. “Aquí no”, lancé la excusa según abría la portezuela del coche para
dirigirme al portal. Javier me imitó y en tres zancadas me adelantó replicando
“Pero aquí sí, ¿verdad?”. Había olvidado que los hombres son literales. Había
olvidado que a veces confunden el lugar físico con ese páramo emocional del
que queremos escapar las mujeres. “Tampoco. Verás yo…”, balbucí con escasa
convicción por lo que él propuso: “Lo entiendo, es tu casa y está todo muy
reciente. Busquemos un hotel”. Acto seguido pegó sus labios a los míos y su
lengua los franqueó con el brío de una tuneladora.
“No estés tan tensa”, susurró. ¿Tensa? ¡Mierda, si quería flexibilidad que se
hubiera apuntado a clases de yoga! “Es… demasiado pronto. No me siento
preparada”, respondí con toda la mano izquierda que soy capaz de usar, y él
terminó desistiendo como buen caballero.
Si la primera cita tras mi separación resultó un fracaso no fue tanto por Javier,
que sigue incendiando mi WhatsApp con mensajes enfebrecidos, como por
discernir que el hastío de un matrimonio mortecino no se supera con un amante
insulso sino con un HAS. Un Hombre A Seguir, que reúna lo mejor del macho
alfa al tiempo que haga de la empatía, la solidaridad y la intuición su catecismo.
UNA MAS EN BUSCA DE MATCH
Y es palmario que alguien así no se encuentra en la agenda de mi ex, por lo
que considerando lo mísera que es la mía una vez he eliminado a los contactos
relacionados con el trabajo y la falta de tiempo para dedicarme a una búsqueda
selectiva, y tras la sugerencia de mi secretaria, me he creado un perfil en Tinder.
Comprobar los posibles encuentros que te ofrece la aplicación en varios
kilómetros a la redonda es excitante, mucho si no buscas trascendencia y
bastante menos si tratas de identificar en ellos algún rasgo de un HAS.
El intercambio físico adolece de improvisación y ligereza -lo que está bien
para suavizar una vida con demasiada carga y la mía es la piedra de Sísifo
escurriéndose por mi rabadilla a cada tanto-, pero poco más. Liberarme de mi
marido ha sido el primer lastre, el siguiente será el peso. El de mis muslos,
vamos. Mis muslos, mi barriga, el flanco dorsal y hasta los antebrazos, porque
a mí los disgustos me engordan; de manera que me propongo quemar los cinco
kilos que me extenúan, corriendo.
Y aquí estoy, calzando mi viejas zapatillas, esperando a que aparezca Willy, el
runner más sexi que me ha descubierto Tinder esta tarde. Recuerda siempre: a
hombre nuevo, zapatos viejos. #
[ Este artículo forma parte de una serie sobre las relaciones de pareja que Teresa
Viejo está publicando en www.mujeresaseguir.com ]
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