Page 32 - MUJERES A SEGUIR
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# cultura
>> contar con al menos una nómina si la cosa no salía. “Cuando vimos que iba
bien empecé a tiempo completo en la editorial, a pesar de la cantidad de
gente que nos aconsejaba que no metiéramos todos los huevos en la misma
cesta”, cuenta. Afortunadamente la cesta no se rompió, ahora son cinco en
plantilla, han podido alquilar una oficina y publican más , unos tres títulos
al mes.
Impedimenta forma parte, junto a Libros del Asteroide, Nórdica, Periférica
y Sexto Piso, de la asociación Contexto Editores. Todas surgieron por esa
misma época con un planteamiento parecido, y en seguida vieron que unirse
podía ser una forma de salvaguardar su independencia. “Nos dimos cuenta
de que en vez de competir podíamos asociarnos y crecer juntos”, explica
Adón. En 2008, nada más nacer la asociación, les dieron el premio nacional
a la mejor labor editorial. “Fue un espaldarazo para nosotros, una forma de
decirnos que estábamos haciendo las cosas bien, que podía funcionar, y
desde entonces seguimos juntos”. Dentro de Contexto, cada sello funciona
de manera independiente, pero los cinco trabajan con la misma distribuidora
y unen fuerzas y recursos para cuestiones como la promoción. En la reciente
Feria del Libro de Madrid, por ejemplo, han compartido caseta.
Ha sido posible porque todos compartían, además, pretensiones similares:
una apuesta por la literatura de calidad, por el diseño y por la idea de que
una editorial es algo más que un logo en una cubierta. Es lo que le rondaba
también por la cabeza a Iolanda Batallé cuando, tras diez años en Random
y otros diez dirigiendo la c olección Bridge en La Galera, recibió del grupo
Enciclopedia Catalana la propuesta de crear un sello, el que ella quisiera.
“La pregunta que me llevo haciendo desde que empecé a trabajar en esto,
y más últimamente, es para qué. No debemos olvidar que una editorial es
un discurso y tiene que transmitir algo. Mi respuesta ha sido Rata, un sello
en el que hacemos poquitos títulos al año, todos libros que el escritor o la
escritora necesitan de verdad escribir”. Solo publica ocho, lo que implica
que tiene que seleccionar muchísimo. “Me paso la vida diciendo que no.
Obviamente, a textos que no me gustan. Pero también a otros que sí”. Al
final su criterio de selección es una cuestión muy personal: “Me pregunto
a mí misma: si no lo editaras tú, ¿regalarías este libro miles de veces?
Cuando un libro me gusta mucho lo regalo no una ni dos ni tres veces,
sino muchísimas. El último con el que me ha pasado es ‘Apegos feroces’,
de Vivian Gornick. Si la respuesta es sí, entonces lo edito, porque significa
que es importante para mí”.
También Julia Echevarría, editora de Alpha Decay, coincide en que el
criterio de selección es algo difícil de explicar, más relacionado con las tripas
que con la cabeza: “Nosotros funcionamos mucho por intuición. No hay
un mecanismo establecido para elegir los libros, nos guiamos por el olfato.
Muchas veces un libro que nos gusta nos lleva a otros”. Alpha Decay fue de
las pioneras de esta nueva hornada de independientes (se adelantaron un
par de años al boom). Publican una veintena de títulos al año, entre narrativa
y ensayo. “La editorial empezó siendo bastante rompedora, apostando por
títulos y autores arriesgados. Según nos hemos ido abriendo a otros públicos,
la propuesta quizá se ha ido suavizando”, admite, “aunque sin perder ese
espíritu algo ‘punk’ que tenía en sus inicios”.
Es habitual que los lectores que entran en el espíritu y el discurso de una
editorial vayan pasando de un libro a otro. Es probable que a quien le haya
gustado La vegetariana, de Han Kang, compre Hombres imprudentemente
poéticos, de Walter Hugo Mãe, aunque no haya oído hablar en su vida
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