A las agencias, porque pueden mover mucho dinero sin intervención humana. A los anunciantes, porque tienen la sensación de que están comprando al mejor precio. A los propietarios de webs de baja calidad, porque su inventario se mueve. La sospecha fundada de fraude parece no preocupar: al final es el coste por clic lo que manda (si no es fraudulento). A quien no beneficia es a los editores premium...
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