La cautela que impone la incertidumbre que todavía planea en relación a la crisis sanitaria que estalló en 2020, a la que se sumó en 2021 la de suministros y, ahora, mientras escribimos estas líneas, la del conflicto con tintes bélicos que se libra en los Balcanes, empaña cualquier triunfalismo a la hora de afirmar que 2022 puede ser el año de la recuperación.
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