Es probable que cuando usted lector se detenga en estas líneas,ya sea una realidad la firma de la fusión entre los grupos de Antena 3 y La Sexta. Es de todos conocido que esta absorción del segundo por el primero se ha venido fraguando a lo largo de un par de años, y que la ventaja conseguida por Telecinco al adquirir Cuatro sólo podía hacer inevitable este resultado en una situación de mercado como la actual. No ha extrañado a nadie que, antes incluso de que la operación se haya firmado, aparecieran las primeras voces discordantes en el mundo publicitario, y de bastante peso por cierto: nada menos que de la asociación que reúne a quienes pagan la fiesta de la televisión en abierto, es decir, los anunciantes. Los argumentos de la AEA son todos de peso y seguramente su comunicado ha tenido mucho tiempo de maduración. Señala que se va a producir una concentración excesiva del mercado publicitario, precedida, no se priva de decirlo, por el regalo del gobierno saliente a las cadenas privadas al sacar la publicidad de TVE. Eso es innegable. Los demás puntos negativos se refieren a cosas que pueden llegar a ocurrir, aunque aún no hayan ocurrido: una subida de precios anclada en la posición de dominio y la falta de competencia, una bajada de calidad de la programación, un perjuicio para el consumo en un economía frenada, etcétera. Por ello pide que se impida la fusión y la vuelta controlada de la publicidad a TVE.
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