
Eva Santos, directora general creativa de Proximity
JOYCE CAROL OATES O POR QUÉ LEER NOVELA EN EL 2015
Un estudio del CIS lanzó este titular a los principales medios de comunicación: “El 35% de los españoles declara que no lee nunca o casi nunca”. La encuesta indagaba en los motivos de ese desinterés obteniendo por parte de la gente una respuesta totalmente honesta y demoledora “No me gusta o no me interesa”. Antes estos datos, y cómo publicista, es lógico preguntarse: ¿es posible relanzar una industria basada en el entretenimiento cuando sus consumidores dicen que la industria ha dejado de entretenerles? y, por otra parte, ¿es posible aunar literatura de calidad y ventas? Joyce Carol Oates demuestra que sí. Esta escritora americana, eterna candidata al Nobel, se caracteriza por su prolífica, entretenida y muy vendida obra. Tramas muy cinematográficas y oscuras y un estilo rápido con un dominio brutal del ritmo son sus señas de identidad más reconocibles. Penalizada por la crítica por escribir demasiadas obras y amada por sus lectores por generar casi anualmente novelas de esas que quieres leer, de las que empiezas y acabas, de esas de las que hacen que la media de lectura suba exponencialmente. Joyce Carol Oates gusta e interesa, porque es capaz de idear una trama a lo ‘True detective’ ycontarla como Charlotte Brontë. Recomiendo especialmente: Hermana mía, mi amor y La hija del sepulturero.
David Esquinas, director de recursos estratégicos
UNA MAÑANA DE DOMINGO EN MI CASA, DE CAMPO
Cuando era niño mi padre solía llevarnos los domingos por la mañana a la Casa de Campo de Madrid. De esta zona guardo muchos de mis primeros recuerdos de la infancia y ahora, prácticamente cada domingo, vuelvo a visitarla. Suelo ir en compañía de mi hermano y amigos, con los que comparto la afición a la MTB, aunque tampoco pierdo ocasión para ir con mi mujer y mi hijo. El otro día me contaban que hay algo físico en la naturaleza que atrae al ser humano, especialmente al más urbanita, para hacerle más vital y que incluso tiene que ver con los glóbulos rojos que somos capaces de generar... No sé, lo cierto es que a veces tienes la sensación de querer abrazarte a uno de sus árboles y recoger su fuerza. Por eso agradezco tanto tener esta maravilla tan cerca, y sufro cada vez que alguien sólo es capaz de asociar a la Casa de Campo las malas prácticas y usos de unos pocos. Nunca algo tan bello tuvo tan mala prensa.
De todas las grandes ciudades del mundo que conozco, ninguna tiene este grandísimo privilegio en su centro. Otras ciudades tienen grandes parques, cierto, pero ninguno como este nuestro. En él todavía me pierdo, encuentro nuevos rincones y mejores perspectivas de Madrid, redescubro sus trincheras y búnkeres de la Guerra Civil en el cerro de Covatillas o en el cruce de Cuatro Caminos de Garabitas, recordándome un pasado no tan lejano; visito sus puentes, riachuelos y arroyos estacionales... me paro a disfrutar de sus colores, sus aromas, su hojarasca, sus fuentes y hasta de su frio invierno. Esto sin comentar sus emblemáticos Lago, Zoo, Teleférico, Parque de Atracciones y rincones como la Venta del Batán o sitios para tomar algo.
Y si crees que exagero, ¿sabías que mi Casa de Campo duplica en tamaño al Bois de Boulogne de París, es dos veces y media mayor que el parque Phoenix de Dublín, cinco veces más grande que Central Park en Nueva York o 6,5 veces más grande que Hyde Park de Londres? Si hace tiempo que no la visitas, regálate una mañana con la naturaleza. ¡Date un respiro y vente!
María de Elio, creativa en ENELife
SCANDINAVIAN TIPS: Como un mueble de Ikea: 20 líneas, 10 líneas por recomendación, me da para dos y me llevo una, que es ésta.
Arturo Benlloch, supervisor creativo de Leo Burnett

 
Santiago García, director creativo de Shackleton en Barcelona

 
José María Cornejo (Joseba), director creativo ejecutivo de Kepler22b

 
Iñaki Bendito, director creativo ejecutivo de Kitchen
Me encantaría no haber ido al teatro a ver El Intérprete.
Me encantaría haber obedecido a mi yo descerebrado, conformista, cómodo.
Me encantaría no haberle hecho caso a Gema, que con una paciencia infinita sacó las entradas y me rescató del pozo de la rutina.
Me encantaría que ella no hubiera escuchado a esos amigos que nos habían recomendado la obra y que por su culpa acabamos entrando el sábado en un teatro a las 12 de la noche.
Me encantaría que le hubiera hecho caso a mi boca cuando se abría antes de entrar, o a mi cara de culo cuando veía que entre el público había gente disfrazada.
Me encantaría no haber salido de mi pasividad cuando Asier Etxeandia salió al escenario y me dio la vuelta a la cabeza en cinco minutos de reloj, cuando empezó a cantar levantando a la gente de sus asientos.
Me encantaría haberle hecho caso a mi yo interior, ese al que no le gustan los musicales y que piensa que el teatro es una cosa de señoras mayores encantadas con la sobreinterpretación.
Me encantaría no haberme metido en ese guión redondo que se ha inventado el propio actor.
Me encantaría no haberme removido por dentro, no haberme reído, no haber estado a punto de llorar y no haber sentido todo lo que allí sentí.
Me encantaría no haber seguido pensando en la obra al día siguiente, ni al otro ni durante muchos días más. No haber sentido esa mezcla de admiración y envidia que sientes cuando ves algo que no has visto nunca cuando ya eres una persona mayor que ha visto muchas cosas ya.
Me encantaría no haberme dejado remover.
Me encantaría no haber aprendido nada.
Me encantaría poder estar donde estás tú, que todavía no la has visto.

 
Sergi Zapater, director creativo ejecutivo de DDB
Olé tus huevos, George
¡Joder!
Esa fue la primera palabra que me salió de la boca cuando salí del cine. Y mira que solo es un remake más de los que hieren a todos los guionistas que no encuentran presupuesto para hacer su ópera prima. Una peli de esas que tienes que decir que no has visto para evitar que te miren mal en laoficina. Una peli sin mensaje... ni falta que le hace.
Porque a veces hay que ir al cine a eso, a ver cine. Y eso es Mad Max: Espectáculo. Una película para disfrutar lo bien que se lo han pasado otros gozando al máximo de un cheque en blanco. Reinventando un absurdo mundo sobre ruedas lleno de artilugios Franzianos, con personajes atómicos como el guitarrista (quiero un spin off del guitarrista).
Después, leyendo las críticas como siempre a posteriori, me entero de que el director, George Miller, es el mismo director de las tres primeras. Que el hombre tiene ya 70 años. Y entonces pienso en todos los que dirán que la peli no vale nada, que han tirado el dinero, que es más de lo mismo. Y me río pensando en lo poco que le deben importar a este señor esas críticas, con lo bien que se lo debe haber pasado.
Olé tus huevos, George.
¿Para cuándo un segundo remake de la segunda parte?
Recomendaciones publicadas en los números 1501, 1503, 1504, 1506, 1507, 1508, 1510 y 1512. Todos ellos están disponibles en Quiosco Anuncios