
Cuesta creer que el parisino Centro Pompidou, con su notable y distintiva arquitectura (obra de Renzo Piano y Richard Rogers), su impresionante colección de arte contemporáneo y su excelente localización, tenga ciertas dificultades para atraer turistas, al menos en los números que cabría esperar en un museo de su nivel.
Pero es lo que pasa, y la razón principal por la que los visitantes extranjeros de París no acuden tanto al Pompidou es que la competencia en la propia ciudad de iconos que no pueden quedar fuera de ninguna visita es muy grande, y baste pensar en la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la catedral de Nôtre Dame, el Sacre Coeur y, cómo no, y hablando de un competidor directo, el Museo del Louvre.
El centro contrató a Marcel (Publicis Groupe) para elevar su notoriedad y la agencia decidió que si quieres ser un icono turístico, lo primero que hay que hacer es comportarte como si lo fueras. Y una de las cosas que caracterizan a los iconos es que las estatuillas y los llaveros que los representan pueblan las mesas de los vendedores ambulantes que se colocan en las puertas de los propios monumentos, así como las tiendas de souvenirs.
De modo que el Pompidou diseño la suya propia y la distribuyó por las tiendas, al tiempo que ha montado un equipo de vendedores ambulantes de gran simpatía y con conocimientos de arte que explican a los paseantes extranjeros las maravillas artísticas que alberga el centro. Asimismo, los vendedores especifican a los turistas que el Pompidou forma parte de las Cinco Grandes atracciones turísticas parisinas, lista que, según ellos, se completa con la Torre Eiffel, Nôtre Dame, el Sacre Coeur y el Arco del Triunfo. El Louvre, y ciertamente no por casualidad, queda fuera de la lista.
Para facilitar la visita, las estatuillas tienen impreso en su base un código de barras cuya lectura con el móvil informa al turista sobre el modo de acceder al museo desde el lugar donde se encuentre, y se ha establecido un servicio de pequeños autobuses gratuitos.
Como ha escrito alguien, la campaña, que se llama #SouvenirdeParis, es una acción clásica de marketing de guerrilla, con un poco de ayuda de la tecnología actual. Las eventuales colas a las puertas del Pompidou darán fe de su éxito o fracaso.