Otras noticias

¿Por qué habla Edu Pou con Alex Trochut sobre Apple?

El diseñador español ha fichado por la tecnológica para incorporarse a su equipo de Human Interface

Si fuera periodista, el título de esta entrevista sería “Alex Trochut ficha por Apple” porque después de 15 años trazando su propio camino, Alex ha decidido unirse a un equipo top para trabajar en un proyecto top, del que no puede contar mucho porque también es top secret. Pero no soy periodista. Ni la intención de mis artículos guadanianos es perseguir la noticia. La gente con la que tengo la suerte de conversar siempre lo son.

A Alex le conocí en Ámsterdam el 10 de marzo de 2007. Sé la fecha exacta porque estábamos viendo el clásico en casa de Patricia Cerdá y Ryan Lietaer. Yo me había incorporado hacía apenas un mes a Wieden+Kennedy, Alex estaba haciendo su primer proyecto internacional con nosotros para Coca-Cola, de la mano de John Norman, y, aún con el dorsal 19, Messi marcaba su primer hattrick con el Barça. Eran otros tiempos.

Hoy hablo con Alex mientras él va camino del JFK para presentar en Londres la identidad visual que ha creado para el Reverso 1931 Café en Nueva York de Jaeger-LeCoultre. Detrás de mí, una obra suya de grandes dimensiones, que adquirí en el Espai Tactel Toormix de Oriol Armengou y Ferran Mitjans, hace que mis zooms constantes tengan algo de interés, al menos visual. Empezamos la charla por el final. Empezamos por Apple.

Edu Pou.— Tu año se estrena con cambios importantes. Cambias de la costa este a la oeste y de trabajar solo a unirte a una compañía. ¿Cómo lo vives?
Alex Trochut.—
Estoy muy ilusionado. Me apetece mucho formar parte del equipo de Human Interface de Apple, después de 15 años trabajando solo. Es como cambiar de deporte. De sprinter a corredor de maratón. No busco un cambio de ritmo o bajar la intensidad, pero me apetece poder planificarme mejor el año y compatibilizarlo con proyectos externos que realmente me apetezcan. Siendo freelance a tiempo completo, los fines de semana normalmente se me complicaban demasiado y, a menudo, haciendo cosas que no son necesariamente las que quiero hacer.

E. P.— Sorprende oírte decir que a veces haces cosas que no te apetecen porque desde fuera la percepción que tengo es de que puedes elegir, porque todo tu trabajo es impecable y tiene un sello muy personal.

A. T.— Siempre hay un iceberg. Cosas visibles y cosas que no lo son. Intento que todo mi trabajo sea de portfolio, pero no siempre es así. De todas formas, soy consciente de que ofrezco un servicio a mis clientes y de que mis creaciones acaban teniendo vida propia en sus manos. Un proyecto nunca termina en ti.

E. P.— Ni siquiera tenemos control total sobre nosotros mismos como proyecto.

A. T.— Totalmente. Yo soy nieto del tipógrafo Joan Trochut, a quien no conocí porque falleció en manos de mi madre cuando estaba embarazada de mí y cuya obra solo descubrí cuando estaba estudiando en Elisava. Mi madre dice que su espíritu se metió en mí. Sea cuestión mística o genética, de lo que no me queda duda es que esa posible ventaja inicial no fue suficiente. Todos tenemos un algoritmo interno que decide qué nos gusta y qué no, pero al final te conviertes en las herramientas que utilizas. Y ahí sí que mi voluntad por dominarlas y convertirme en mejor artista tomó control. Una voluntad sacrificada, porque a mi padre mi vocación no le hizo mucha gracia.
E. P.— ¿Y eso?

A. T.— Mi abuelo no pudo actualizar su negocio al cambio tecnológico y se arruinó. Ese era el referente de mi padre, que tuvo que aparcar cualquier vocación y trabajar para sacar a la familia adelante. Ahora, una vez jubilado, la cosa ha cambiado e incluso hace caligrafía online.

(Ésta es la obra de Alex que preside mi despacho)
(Ésta es la obra de Alex que preside mi despacho)

E. P.— Cuando me comparo con mis padres, me doy cuenta de que somos una generación privilegiada. Poder aunar pasión y profesión era impensable para ellos. Eso ha cambiado, pero la velocidad de adaptación a la realidad que define la tecnología, que acabó con el negocio de tu abuelo, se ha acelerado.

A. T.— Totalmente. Ahora mismo podría pensarse que la inteligencia artificial se lo va a llevar todo por delante. En un artículo reciente, Nick Cave decía que crear es un acto de autodescubrimiento, que requiere un proceso. La inteligencia artificial es un atajo, pero a mí me gusta hacer el camino largo y disfrutar del paseo. De todas formas, al final, la cuestión es si será mejor el resultado del humano o de la máquina. ¿Tú crees que conseguiremos encontrar valor en lo humano, más allá de la propia satisfacción individual del creador?

E. P.— Siempre digo que la innovación atrae de igual modo a genios y a mediocres. Los primeros la utilizan como catapulta creativa y, normalmente, intentan buscar sus límites, romperla, domesticarla, convirtiendo el proceso en un duelo. Los otros, aprovechan las características más vistosas y fáciles para producir con urgencia, porque saben que la principal ventaja de la que disponen es el haber llegado antes que la mayoría y son conscientes de que tiene fecha de caducidad. El arte AI mainstream es, mayoritariamente, una réplica formal, sin esencia. Como enamorarse de alguien sólo por su apariencia. No juzgo a quien no quiere profundizar y simplemente se maravilla del resultado. La fascinación, como en un espectáculo de magia, es innegable. A mí me gusta más una magia total, quizás menos vistosa pero también menos basada en trucos que puedes comprar en una tienda. Magia que provee otro nivel que sólo los humanos dedicados—los que disfrutan del camino largo, como dices tú—pueden alcanzar. Menuda chapa te he pegado.

A. T.— No, no, estoy muy de acuerdo.

E. P.— Y eso no significa volver la espalda a lo que ofrece la tecnología. Yo mismo estoy en Metacampus, viendo cómo el web3 permite dar rienda suelta a lo mejor que tenemos como humanos, y tú utilizas abiertamente la tecnología en tus creaciones.

A. T.— La relación entre los creadores y la tecnología es totalmente codependiente, porque es imposible tener presencia sin una formación digital, pero también es una relación potencialmente muy tóxica. Luchas por encontrar tu voz en el uso de herramientas que te dan superpoderes pero en las que, a diferencia de instrumentos más rudimentarios como el lápiz y el papel, profundizamos muy poco. Y cuanto más avanza la tecnología, más cuesta encontrar tu voz. Cuando la máquina ejecuta el 90% de los procesos, te preguntas dónde está la autoría. Si creas a través de prompts, ya me resulta imposible, aunque retengas parte de control. Al final, como dice Jerry Saltz, nuestros errores son nuestro estilo. Si eliminamos el error, eliminamos la voz.

E. P.— Por otro lado, la tecnología está dando un nuevo impulso al arte y promete dar más control a los creadores con el blockchain. ¿Cómo vives tú, desde dentro, el fenómeno de los NFT? Tus piezas en el vault de Gucci son exquisitas, por cierto.
A. T.—
Yo creo mucho en los NFTs. Me parece increíble la posibilidad de que los artistas digitales podamos encontrar una forma de validar nuestro trabajo y de tener un mercado. Antes creabas desde el corazón, por la pura necesidad de crear o como un imán para atraer a clientes, siendo consciente de que nadie compraría tus piezas porque algo en una pantalla tenía valor cero. Ahora, por contra, se ha despertado un apetito por creaciones que no tienen por qué tener un look comercial y podemos hacer un discurso artístico, planteándonos unos conceptos más profundos. A su vez, este momento tan interesante también es muy caótico, porque no hay criterio y los coleccionistas empiezan a invertir, siguiendo también su corazón, y se han pagado cifras desorbitadas por obras con una meta 100% comercial. Esto ha provocado un desequilibrio en el ecosistema creativo en el que la venta a veces se convierte en el único objetivo, lo que es una pena. Por mi parte, yo continuaré creando NFTs con una ambición puramente expresiva. Se vendan o no.

 

El trabajo de Alex puede verse en alextrochut.com, y el 24 de marzo estará en el OFFFde Barcelona para compartir sus creacionesy el proceso que hay detrás de ellas.

Esta entrevista fue publicada originalmente en el Nº 1677 de la revista Anuncios.

Tu privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar nuestros servicios con fines analíticos, para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación y para incorporar funcionalidades de redes sociales. Podrás cambiar de opinión y modificar tus opciones de consentimiento en cualquier momento al volver a esta web y accediendo a la página Política de Cookies.

Panel de gestión de cookies

✓ Permitir todas las cookies
✗ Denegar todas las cookies
Estas cookies son necesarias para que el sitio web funcione y no se pueden desactivar en nuestros sistemas. Usualmente están configuradas para responder a acciones hechas por usted para recibir servicios, tales como ajustar sus preferencias de privacidad, iniciar sesión en el sitio, o llenar formularios. Usted puede configurar su navegador para bloquear o alertar la presencia de estas cookies, pero algunas partes del sitio web no funcionarán. Estas cookies no guardan ninguna información personal identificable.

Cookies técnicas

✓ Permitir
✗ Denegar
Las cookies estadísticas nos permiten contar las visitas y fuentes de circulación para poder medir y mejorar el desempeño de nuestro sitio. Nos ayudan a saber qué páginas son las más o menos populares, y ver cuántas personas visitan el sitio.

Google Analytics

Ver sitio oficial
✓ Permitir
✗ Denegar
Estas cookies pueden ser añadidas a nuestro sitio por nuestros socios de publicidad/medios sociales. No almacenan directamente información personal, sino que se basan en la identificación única de tu navegador y dispositivo de Internet para ofrecerle compartir contenido en los medios sociales o para mostrarte contenido o anuncios relevantes en nuestro sitio web u otras plataformas.
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar