Vivimos tiempos complejos y disrupción en todos los sectores provocada por la irrupción de la inteligencia artificial, apuntaba en el arranque de esta jornada Ignacio Quintana, CEO de Forbes. Por su parte, David Colomer, CEO de IPG Mediabrands, apuntaba a un cambio de era en el que el reto no está tanto en dominar la tecnología como en mantener la esencia humana en su uso, además de luchar por la atención y controlar el dato. Gonzalo Ortiz, fundador y socio director de Singularity Spain, argumentaba que “las generaciones venideras no van a entender cómo se podía vivir sin inteligencia artificial. Los que no sean capaces de adaptarse tendrán que apartarse. La IA ha llegado como la base de la nueva tecnología disruptiva. Si internet fue la era de la información, la IA es la era del aprendizaje y tiene la mayor riqueza que es el conocimiento compartido. La tecnología generará una abundancia jamás vista en la humanidad”. Y Cristina Lera, chief data & tech officer en IPG Mediabrands, que reflexionaba sobre el hecho de que, ahora, la velocidad del cambio tecnológico ya no es una excepción, sino la norma, añadía: “Nuestro reto como industria es aprovechar esa velocidad para construir un futuro elegido por las personas, no dictado por algoritmos El futuro no solo estará dirigido por algoritmos sino por los liderazgos”.

La dimensión geopolítica de la IA
Con todas esas reflexiones como telón de fondo, la jornada contó con la participación de dos expertos en la materia que abordaron la implicación que tiene la inteligencia artificial en la sociedad y en las estructuras empresariales, desde dos perspectivas. Una geopolítica, a cargo de Carme Artigas, y otra neurocientífica, por parte de Misha Byrne. “Por primera vez, una tecnología, la IA, afecta a las industrias creativas y, lo más importante, afecta a la sociedad”, señaló Carme Artigas, senior fellow en el Belfer Center de Harvard, excopresidenta del Consejo Asesor de IA de Naciones Unidas, secretaria de Estado de Digitalización e IA, entre otras responsabilidades desarrolladas a lo largo de su carrera, además de haber sido merecedora del Premio MAS Innovación 2020. Advirtió que su discurso no iba a desvelar nada novedoso, pero consiguió dibujar un preciso mapa de lo que supone la inteligencia artificial en todos los órdenes en su ponencia La IA y el futuro de las organizaciones: Cómo seguir siendo relevantes”, en la que puso el énfasis en el fenómeno de la hiperdisrupción: “El gran riesgo para la humanidad es que nos volvamos locos porque no podemos creer lo que leemos, vemos, escuchamos. La gran crisis es la falta de confianza, la ciberseguridad, que afecta a la confianza”. También advirtió sobre otro peligro: la IA puede seguir funcionando sin intervención humana, puede seguir volando sin la ingerencia humana”, lo que calificó de tremendo. Por eso, esta experta considera que es importante la legislación para poner guardabarros a un uso indebido de la tecnología.
En su opinión, lo que está frenando a las empresas en la implantación de estas herramientas es, precisamente, la falta de confianza, “porque los procesos aún no están bien desarrollados” y porque existen cajas negras que afectan a la ciberseguidad, por lo que es necesario pedir transparencia. Y, aunque reconoció que hay diferentes niveles de adopción de la tecnología por parte de las empresas en función del tipo de servicios/productos que ofrecen, indicó que hoy, “todas las empresas se conectan gracias a big data e IA, para convertir sus servicios. Hoy, cualquier empresa es de datos y de IA y el servicio es una excusa para generar datos de primera parte”, para concluir que ganará el que tenga datos de cliente y en función de cómo los gestione, por lo que advirtió: “no regaléis los datos industriales, esa es la batalla geopolítica”.
Así, explicó que la batalla por la supremacía en el entorno de la IA se libra para conseguir la supremacía económica y la militar. “La IA lo ha invadido todo y la IA es geopolítica. Hoy, toda la batalla por la IA lo es por el control de los datos y de la energía. Todos los modelos son iguales, la diferencia está en los datos privados. Y, de golpe, volvemos a hablar de energía nuclear porque Estados Unidos no ha invertido en renovables y por eso necesita esta energía para seguir en esta carrera porque”, dijo, “la batalla está en la energía”.





