Creo que quedan pocas dudas de la creciente trascendencia de los festivales en esta cosa nuestra de la propaganda: los anunciantes solo miran los rankings de premios a la hora de escoger agencia -otro día escribiremos sobre el oximoron #ConcursosJustos, que tiene telita- y, una vez seleccionada, su único interés es ganar galardones con ella en las siguientes ediciones de los festivales; los creativos premiados aumentan exponencialmente su remuneración de manera inmediata y reciben todo el foco que merece su talento sin que haya mandos supervisores que se apunten los tantos; las galas cada vez son más entretenidas y livianas; las cifras de venta se disparan en proporción a los likes que tenga una mandanga influencera y si dicha mandanga consigue un bronce en un festi, la gente lo flipa y hay que reponer stocks en todos los supermercados… de hecho, desde esta columna se viene denunciando el drama de que los festivales están en peligro de extinción, que no hay suficientes y que, además, los que consiguen sobrevivir de manera heroica presentan muy pocas categorías en las que obtener un premio que llevarte a la vitrina.
Además, las inscripciones son cada vez más asequibles, de tal manera que los festivales son prácticamente ONGs que velan por el progreso de la industria participante.
Por todo ello, propongo dar un paso más allá en la celebración festivalera publicitaria y dar el salto mainstream que la afición está esperando. Porque si la gente se zampa cuatro horas de televisión en prime time en saraos como los Premios Goya o Eurovisión, ¿por qué no se van a atizar otras cuatro disfrutando de esas campañas publicitarias que tanto les gustan y que disfrutan a la mínima oportunidad que tienen sin zapear en absoluto y vetando el uso del botón skip ad? Eso sí, me parece que, copiando al líder indiscutible de este tipo de eventos (a pesar del maltrato votacional en esta última edición a esta líder del divismo y del poderío que es Melody), sería clave contar con la interacción popular introduciendo el televoto.
Imaginen la emoción cuando ese campañón que creíamos gran premio en Entertainment For Men Who Like Succession And Also Aquí No Hay Quién Viva con los votos del jurado profesional, resulta que con el televoto popular desaparece de los primeros lugares y sube como la espuma ese branded TikTok de Marta Díaz para SEPU:“ Get ready with me para ir a sacarme el carnet de conducir por decimonovena vez”. Espectáculo televisivo de millones.
Espero que, después de esta aportación al gremio, algún festival instaure -quizá patrocinado por Insparya con el rollo antes/después- el Premio a una Trayectoria Publicitaria Calva, al que presento desde ya mi candidatura. Debido a los sinsabores de esta profesión (y a la genética también), a mis 29 el clareo se hizo insoportable y decidí aproximar la Philishave a mi cuero cabelludo, y hasta ahora. 27 años ininterrumpidos de descapotabilidad publicitaria.
Antonio Pacheco es director creativo ejecutivo en Negro