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porque ya no hay forma de darle la vuelta a esa tópica
                     y  falsa percepción de una actividad de pinta y colorea
                     en el mejor de los casos, y sinónimo de exageración
                     o mentira en el peor. En línea con la evolución de los
                     tiempos, ahora que los conceptos valor y cliente tienen
                     mucho predicamento, se pretende sustituir por costumer
                     value management, por ejemplo, dicen ellos.
                     Cabría preguntarse por las razones de este declinar y
                     yo  veo  muchas  actuando  en  conjunto.  La  primera,  la
                     disminución  de  la  eficacia  de  la  inversión  en  medios
                     con motivo de su infinita fragmentación, algo ajeno al
                     control de los marketeros. La ausencia de una cultura
                     de  medición  del  retorno  (en  los  tiempos  en  que  se
                     veía  a  las  claras  que  funcionaba,  a  nadie  le  parecía
                     necesario  invertir  en  medir  sistemáticamente  cómo  y
                     cuánto), la dificultad de reciclarse o siquiera de seguirle
                     el paso a un mundo  digital  abundante  en palabrería,
                     decepcionante en resultados y con delirante número de
                     intermediarios; la famosa juniorización y su otra cara, el
                     edadismo;  la desconexión con finanzas, la temporalidad
                     en el puesto, etc.  Y no dejaría de lado la falta de
                     formación en marketing de los cuadros dirigentes que
                     acceden a los puestos de CEO o CFO. Ahora mismo,
                     la multiplicación de las tareas de un departamento de
                     marketing  hace  casi  imposible  que  sean  manejadas
                     por una sola persona si no tiene a su cargo un amplio
                     departamento. Pero la tendencia ha sido la contraria:
                     recortarle personal y presupuesto. Eso ha acrecentado
                     el subsiguiente encastillamiento de estos profesionales
                     en las áreas de comunicación, alejándose de temas tan
                     importantes  como la estrategia  de marca, producto  o
                     precio. Y este es un problema no solo de España. Lo
                     mismo se detecta en el país que inventó el marketing.
                     Pero en nuestro caso es aún peor y lo resumiría en
                     una  cultura  de  marketing  muy  por  debajo  de  lo  que
                     nuestra realidad económica y empresarial como país se
                     merece. La función se hace más necesaria y amplia que
                     nunca, y muchas empresas se mueven al revés de la
                     lógica porque después de ponerle todo tipo de trabas





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