Hace dos años, cuando se presentó en España el primer estudio sobre el negocio de la piratería cultural a través de internet, se desveló el enorme negocio que las cuatro o cinco primeras páginas de descargas ilegales hacen en nuestro país vía publicidad display. Como era lógico, enseguida preguntamos a los representantes de anunciantes y agencias si les parecía ético que sus dineros o los de sus clientes fuesen a alimentar ese negocio basado en el tráfico de una mercancía robada. La respuesta fue mirar hacia otro lado, o mejor dicho mirar al lado del contrario, al estilo de lo que ocurre en nuestra política: que responda el cliente, que responda la agencia.  Dos años después vienen a enmendarnos la plana desde un sitio inesperado: una superestructura multinacional de agencias de medios. GroupM, unidad que agrupa estas a agencias en WPP, ha empezado a incluir cláusulas en sus contratos con redes para asegurarse de que los presupuestos de sus clientes no sirven para financiar estás páginas. La lista es larga, más de 2.000, y seguro que mantenerla al día le va a costar unos cuantos recursos. Hay quien dice que esto obedece a una exigencia de los grandes grupos de medios a los que da servicio (Time Warner, Universal y otras) y seguramente estos estén muy contentos, pero también reconozco un cierto nivel de valentía y compromiso al dar el paso, ya que, en el fondo, son una minoría de los clientes del grupo. Yo creo que es una valentía que no está reñida con un interés lícito, y resulta muy coherente con el pensamiento de Martin Sorrell, quien siempre ha abominado de la gratuidad en Internet, probablemente porque en un entorno gratuito no se hace dinero.
Lo más interesante es ya que se ven signos de cambio, incluso en las operadoras, las grandes beneficiadas de un internet de barra libre. El nuevo CEO de Vodafone ha publicado en varios medios un artículo en el que defiende la necesidad de una regulación en el mundo on line, incluyendo medidas que garanticen el respeto a los derechos de autor. Que lo diga un personaje de ese nivel, también puede dar lugar a una o varias interpretaciones un tanto cínicas. Una, que la industria del contenido está peor de lo que parece y hasta a las operadoras les da miedo que colapse. Dos, las tarifas por tráfico están a la vuelta de la esquina. El asunto es que yo pensaba que esto iba a ocurrir dentro de cinco o diez años, pero el movimiento ha comenzado ya, cosa de la cual me alegro mucho, por que es un asunto que la famosa RSC está eludiendo no sé si de forma consciente. Veremos si alguien más sigue a GroupM.
 
David Torrejón
Director editorial