La situación de dificultad de un medio señero, como es El País, ha hecho que los focos de la opinión pública se muevan hacia algo que en nuestro sector conocemos de sobra: la crisis de la prensa diaria, o mejor dicho, de un modelo de prensa diaria. Los grupos de prensa asisten, no sin asombro, a la paradoja que supone que teniendo más lectores que en ningún otro momento de su historia (sumando papel e internet), su negocio sea más pequeño que nunca. Es un hecho que nuestras marcas periodísticas están aguantando mejor que otras de otros países la competencia de los medios puramente digitales. Es un dato positivo, pero sin duda no es suficiente. Está claro que la idea de que alcanzado un nivel de tráfico suficiente, la rentabilidad vendría por la publicidad, de momento se ha manifestado completamente errónea y por supuesto no sólo en España.
Otro dato que también puede verse como muy positivo es que, según un reciente estudio de la consultora Guidance que analiza los comentarios en redes sociales, la blogosfera, etcétera, los internautas hablan sobre todo de calidad cuando se refieren a los diarios. Calidad percibida puede ser el primer paso para que el lector esté dispuesto a pagar por un producto. Es verdad también que ese aspecto positivo no se mantiene cuando se escucha lo que se dice de imparcialidad, uno de los atributos supuestamente más importantes de los medios informativos. Pero no es fácil decidir si este factor es importante o no a la hora de plantearse otro modelo de negocio. Es una vieja máxima de la investigación de medios que los consumidores no los eligen para formarse una mejor opinión, en general, sino para ratificarse en la opinión que ya se han formado.
Por último, hay otro factor a tener en cuenta y es que, en general, las cabeceras que mejor están aguantando la crisis son las cabeceras regionales líderes. De la segunda hacia abajo es donde se ha producido la gran criba. ¿Se debe a una mayor cercanía con el lector o a que la publicidad valora su capacidad para llegar a un público determinado (en muchos casos, ya sin televisiones autonómicas)?. Eso requiere un análisis más fino del que es factible hacer en estas líneas. En cualquier caso, llevamos unos cuantos años viendo cómo el mercado de la prensa diaria se pasea por el borde del abismo. Más lectores pero menos publicidad e ingresos que nunca conforman un modelo que no funciona. Lo malo es intentar darle la vuelta a estas alturas.