
For there is always light,
If only we are brave enough to see it, 
If only we’re brave enough to be it.
Así termina el emocionante The Hill We Climb que Amanda Gorman recitó en la investidura de Biden y Kamala el pasado martes 19 de enero. 
En su poema, Gorman habla de la luz desde un lugar muy poco común: desde la valentía. Y eso, inevitablemente, me lleva a conectar con nuestra industria: ¿Acaso no es así? ¿Acaso nuestra luz, la creatividad, no es una cuestión de valientes? ¿Acaso no es ahora cuando hace más falta que nunca? 
Pienso mucho sobre ello últimamente. Pienso porque mientras unos anhelan una vuelta a lo que fue, yo vuelvo a Gorman y sostengo con ella que no deberíamos dar marcha atrás hacia lo que era, pero sí avanzar a lo que será. Porque nada, o casi nada, está siendo como fue. Y es en este entorno nunca visto, donde el único viejo conocido que puede tener cabida, que nos puede valer, es la creatividad. Y puede hacerlo porque lleva en sus once letras de ADN, justo eso: lo nunca visto. 
Y así, de esta manera tan insólita, sucede que nuestro trabajo, nuestra luz, de repente se convierte en una gran responsabilidad. La creatividad se transforma en el único lenguaje de lo nuevo para lo nuevo. En el puente que necesitan las empresas de nuestro país, nuestras marcas, para generar negocio. En un altavoz social para la reconstrucción de nuestra sociedad. 
En este The Hill We Climb particular que estamos viviendo como industria, la sociedad nos necesita como agentes del cambio. Y nos necesita de forma urgente, necesaria y única. Tenemos una maravillosa misión, pero a la vez, valiente, retadora y generosa como nunca antes lo había sido: darle el lugar a la creatividad que siempre quisimos que tuviera. 
The new dawn blooms as we free it. Amanda Gorman.