La sesión inaugural de Futura Summit (antes ESG Summit Europe) contó con la presencia de John Elkington, socio fundador y presidente ejecutivo de Volans, una empresa que trabaja en la intersección de los movimientos de sostenibilidad, emprendimiento e innovación. Elkington, considerado un visionario en la materia (en 2021 ganó el Premio Mundial de Sostenibilidad) y una de las voces que ha generado más debate global sobre el futuro del capitalismo y del planeta, es autor y coautor de más de veinte libros, incluido su trabajo más reciente, Cisnes Verdes: El próximo auge del capitalismo regenerativo. John Elkington abrió la cumbre con una llamada a abrazar la complejidad y rediseñar sistemas completos, más allá de los avances incrementales. “El futuro no es algo que esperamos, es algo que diseñamos”, señaló. En esta entrevista concedida a Anuncios, John Elkington habla, entre otros temas, sobre el actual desencanto de la sociedad con la agenda verde, el papel de la innovación en la transformación del sistema y los obstáculos de las empresas para avanzar en sostenibilidad.

Anuncios.— Varios informes sugieren que existe una creciente sensación de desilusión o desconexión con la sostenibilidad en la sociedad. ¿Comparte usted esta opinión? ¿Cómo pueden las empresas y los líderes trabajar para revertir esta tendencia?
John Elkington.— El estado de ánimo público oscila, se ilumina y se oscurece. En este momento, parece que atravesamos un periodo más sombrío, en el que los ciudadanos consideran que sus gobiernos están fracasando ante la policrisis. La propia democracia está siendo cuestionada, incluso en sus bastiones tradicionales. La gente sigue queriendo un futuro sostenible, incluyendo un futuro mejor para sus hijos y nietos, pero ya no confía en sus líderes. Las personas dudan de que algunos de los líderes actuales estén a la altura del reto.
Los jóvenes están cada vez más preocupados, y con razón. Este es su futuro más que el de las generaciones mayores. Pero no siempre son coherentes en la manera en que orientan su voto, su consumo o sus inversiones
A.— Usted acuñó el término Triple bottom line (TBL), que establecía que el éxito de una empresa debe medirse más allá de los beneficios económicos, y evaluaba el rendimiento en tres dimensiones interconectadas: económica, social y ambiental. ¿Cómo cree que ha evolucionado en la práctica desde que lo introdujo en los Noventa?
J. E.— Eso fue en 1994. En los treinta años transcurridos desde entonces, decenas de miles de empresas han adoptado marcos de reporte basados en el TBL, ya sea a través de la Global Reporting Initiative (GRI) o del movimiento B Corporation. La TBL inspiró la noción de ESG (ambiental, social y de gobernanza), aunque siempre he visto este concepto como algo más confuso, y hoy en día está especialmente cuestionado, sobre todo en Estados Unidos. Mi impresión es que el triple resultado está ya ampliamente consolidado. Se enseña en universidades y escuelas de negocios, pero a menudo se interpreta como un asunto de compensaciones, en lugar de una estrategia verdaderamente integrada. Por eso, en 2018 me replanteé esta idea, aunque más tarde expliqué por qué sigo creyendo que el concepto funciona. Y lo hice en mis libros Green Swans (2020) y Tickling Sharks (2024).
Las empresas deben explicar cómo perciben los retos y las oportunidades, y hacerlo de forma honesta y basada en hechos. Pero serán ignoradas si no logran que sus historias resulten también atractivas y estimulantes
Historias atractivas
A.— En su opinión, ¿qué papel debe desempeñar la innovación para impulsar un cambio sistémico hacia la sostenibilidad?
J. E.— Es fundamental, y abarca todas las áreas emergentes de la tecnología: sistemas solares, eólicos y de baterías; vehículos eléctricos; drones y robótica; fermentación de precisión o inteligencia artificial, entre otras. Pero con demasiada frecuencia, los defensores de la sostenibilidad siguen obsesionados con las industrias en las que se formaron, como la minería, los combustibles fósiles o la automoción. En ese proceso, no perciben la magnitud de las disrupciones que ya están en marcha ni la oportunidad de influir en ellas mientras aún están en una fase emergente.





