Quería escribir una saga familiar, pero le salió una novela de aventuras. Eso es lo que le dice su editor a Carlos Holemans, en la actualidad CCO de Deloitte, cuyo libro Los espías no hablan llegó a las librerías el pasado 5 de julio. Una biografía, o una novela de aventuras en la que nada es ficción y cada uno de los datos que contiene está documentado.
Once años le ha llevado este ‘trabajo’ hasta poder compendiar la sin duda insólita vida de su padre, Karel Holemans. “Mi padre fue espía, caballero templario, pintor e independentista flamenco. Y nunca nos contó nada”, escribe el propio Holemans (hijo) en la portada del libro. ¡Como para no quedar atrapado el lector por la curiosidad!
Después de una impagable conversación con el autor, cuyo contenido no podemos reproducir aquí por imposibilidad de espacio para dar cabida al torrente de hechos, análisis, datos, sensaciones, sentimientos… nos atrevemos a añadir que esta obra, además de responder a los dos géneros anteriores (es una exhaustiva biografía y es una novela de aventuras), también es un pequeño tratado histórico sobre una época convulsa en el viejo continente, en el mundo por extensión y en España en particular: la que va desde el comienzo del avance del nazismo hasta los estertores del franquismo. Pero, con el permiso de Carlos Holemans, creemos que Los espías no hablan es, sobre todo, una historia de amor con rasgos biográficos, hechos verídicos y un viaje iniciático de once años para rellenar los silencios y el vacío que dejó el fallecimiento de su padre en 1979, cuando él apenas contaba 16 años. Reconoce que si siempre pensó que la historia no contada –ni sabida, ni siquiera imaginada, aunque sí sospechada—de su padre algún día debería ser contada, el impulso para hacerlo le llegó cuando descubrió con su propio hijo que “hay cosas que un padre solo le cuenta a su hijo” y empezó a hilar. Una situación profesional y económica que se lo permitiera y la posibilidad de que su propio hijo, que ahora tiene 18 años, le acompañara en su búsqueda y pesquisas por media Europa y media familia, fueron el caldo de cultivo ideal para emprender este proyecto que ni siquiera ha acabado con su llegada a las librerías españolas. El siguiente paso será su traducción al flamenco y al francés para llegar a esta parte de Europa en la que ahora mismo hay una corriente para enfrentarse a los difíciles años anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial, un periodo vivido por los abuelos, silenciado por los hijos y recuperado por los nietos.
Y en un paso más allá, Los espías no hablan tiene todos los ingredientes para convertirse en una serie: espías dobles (o triples), templarios, amores imposibles y otros eternos, guerras, traiciones y lealtades, ejecuciones a garrote vil, lujos, miserias... Pero ese será el siguiente capítulo.
Lo que sí ha conseguido el libro es permitir a su autor mantener un diálogo permanente con su padre mientras reconstruía al personaje que no conoció. El otro, con el que vivió, fue el causante de que se hiciera creativo de publicidad, “porque mi padre me enseñó a ver la publicidad con ojos de artista, a reconocer la belleza de la publicidad”, recuerda. Y, de padres a hijos, el libro es también “un regalo para mi hijo” quien, precisamente, es el protagonista de su única experiencia editorial anterior, un fotolibro sobre la infancia, cuya dirección artística corrió a cargo de Carlos Spottorno. Pero ya está pensando en su tercera obra, esta vez, sobre el proceso creativo.
Más de 80 años separan estas fotos. Arriba, un autorretrato de Carlos Holemans y su hijo en 2020 mientras perseguían los pasos del padre del autor, en la misma esquina en la que aquel tomó la instantánea de abajo, durante un mitin conjunto de Hitler y Mussolini en septiembre de 1937 en Berlín.
