Desde Anuncios hemos confeccionado, gracias a la colaboración de profesionales de distintas compañías, una playlist que cabe en la maleta y que puede amenizar las vacaciones. Se compone de esas canciones que, si nos dieran a elegir, y más allá de la época, son la melodía del verano. Aquella que consigue despertar el instinto vacacional. Hoy publicamos la cuarta entrega de una serie de seis contenidos.

David Valls, director creativo en Pinguüino Torreblanca
A riesgo de que me griten milenial, para mí una buena canción de verano es esa que es capaz de democratizar el sentido del ridículo y unir a varias generaciones en un ritual de canto (con lírica limitadita) y baile (de coreografía pretiktokera) que no pasa de moda, porque la canción en sí ya nació pasada de moda. Una canción que funcione igual de bien en una discoteca, como remixeada en una rave y que alcance sus máximas cotas de éxito en una orquesta de pueblo, el lugar donde viven las canciones de verano inmortales.
Por ello, mi favorita es No rompas más, de Coyote Dax como hit del verano. La creación de un tipo al que podríamos haberle hecho bullying por vestir como un cowboy trasnochado, pero que logró el objetivo que incluso al creativo más refinado y sesudo le gustaría conseguir: llegar a todo el mundo.
Os dejo la coreo para que podáis fardar en la próxima verbena: Pie derecho a la derecha, pie izquierdo junta al derecho, pie derecho a la derecha, golpe con el pie izquierdo + pie izquierdo a la izquierda, pie derecho junta al izquierdo, pie izquierdo a la izquierda, golpe con el pie derecho + talón derecho al frente, punta derecha atrás, talón derecho al frente, pie derecho al centro, talón izquierdo al frente, pie izquierdo al centro, medio giro hacia la derecha (apoyando pie derecho), patada con pie izquierdo. Repetir desde el inicio girando 90º a la derecha. (Si vas pedo, suma el paso de tirarte el cachi/maceta/mini por encima y chocarte con la señora de al lado tantas veces como quieras).

Ángela Pacheco, directora creativa en El Ruso de Rocky
Creo que la canción que me lleva al verano de una forma más genuina es la versión que hizo la banda Big Mountain de Baby I love your way. El motivo es porque recuerdo escucharla y sentir por primera vez las ganas de vivir el verano. Yo era pequeña, pero estaba en esa edad en la que ya quieres ser grande y vivir cosas de mayores. Y ya empezaba a intuir que el verano es un tiempo para vivir un montón de cosas únicas. Y yo ya quería vivirlas todas.
Los hijos mayores de los amigos de mis padres empezaban a salir… ya no querían jugar con los pequeños. Iban a bares por la noche donde no podíamos entrar. Para mí era como un mundo secreto y mágico que me moría por descubrir (luego no fue para tanto. Y la primera vez que salí a una discoteca me pareció una experiencia horrible y me quedé dormida en un sofá). Esa canción sonaba en algún coche y yo, sin entender bien por qué, sentía algo nuevo. Una especie de promesa. Y yo ya quería vivirla. Ahora que ya soy mayor y puedo hacer todas esas cosas echo de menos esos días en los que todo era ilusión y ganas de descubrir desde la inocencia de una niña que ahora lucha por no dejar de serlo.

Penélope García, jefa de comunicación y diseño en Exterior Plus
Si tengo que elegir una canción del verano de todos los tiempos, me quedo con Me va, me vade Julio Iglesias. No es la típica canción de chiringuito, ni la que suena en todas las playlists estivales, pero para mí es puro verano. Porque me transporta directamente a los viajes en coche de camino a la casa del pueblo de mi padre (Oropesa) mientras sonaba Julio Iglesias en el radiocasete. Íbamos los cinco (luego, cuando nacieron mis hermanos gemelos, los siete, sin cinturón de seguridad ni nada) cantando a coro, con las ventanillas bajadas, los brazos bronceados y esa mezcla de cansancio feliz y emoción por lo que estaba por venir. Hay canciones que te activan el cuerpo, y otras que te tocan el recuerdo. Esta me despierta el instinto vacacional porque huele a gasolineras de carretera y a una época en la que el verano duraba toda la vida.
Y si tuviera que elegir otra, más mía, más de cuando empecé a hacer mis propios veranos, sería Pisando fuerte, de Alejandro Sanz. Esa canción no solo marcó una época sino que se ha convertido en banda sonora de mis primeros amores, primeros viajes con amigas, primeros veranos que ya no organizaban mis padres... Tiene ese algo melancólico que casa perfectamente con la juventud, los atardeceres largos, las noches sin prisa y ese sabor a libertad que solo el verano puede darte.
Entre Julio Iglesias y Alejandro Sanz se resume toda una educación emocional a ritmo de vacaciones: de la infancia despreocupada al desorden bonito de la adolescencia. Quizá por eso, cada vez que suena cualquiera de las dos, me devuelve un poco a ese estado perfecto donde todo parece posible y el verano es eterno.

Willy Rodríguez, director de arte en Annie Bonnie
Get Lucky, de Daft Punk. Las primeras notas te llevan directo al verano y el estilo funky te susurra que todo está bien. No grita fiesta, no hace falta: la guitarra de Nile Rogers te invita a mover los pies, y, sin darte cuenta, agitas la cabeza mientras progresa la electrónica, sube el volumen y la voz ochentera destapa el verdadero significado de un verano perfecto: atardecer, olor a hierbabuena, pies descalzos y un deseo de que esto que está pasando no acabe nunca.