O como diría Platón que dijo Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”. Es decir, que sí sé unas cuantas cosas, pero muy pocas comparadas con las que me gustaría saber y, sobre todo, no me considero experta en nada. Y es que, una ve, por ejemplo, el CV de María Blasco (licenciada en Ciencias biológicas, doctora en Bioquímica y Biología Molecular y referente mundial en el estudio de los telómeros y la telomerasa) y es que no hay ni siquiera lugar a la comparación.
Pero como si de algo sé es de encontrar argumentos, ya sea para vender un coche, un refresco o un hotel de lujo, argumentaré a mi favor que, frente a la sabiduría de las María Blasco del mundo, sabiduría de entrante, primer plato, segundo, postre y sobremesa, la mía es de picoteo. Y que este tipo de sabiduría, la que coge un poquito de aquí y un poquito de allá, es la que hasta ahora me ha permitido hacer bien mi trabajo.
Gracias a ella puedo crear historias, conectar lo que no parece tener relación, empatizar con los que no son como yo, contar las cosas desde otro ángulo, tratar de emocionar y a veces, incluso lograrlo. En definitiva, un ‘aprender continuamente’ o como he descubierto hace poco que se llama, lifelong learning (gracias, Anna Roca).
Os cuento otras cosas que he aprendido en el último mes y que estoy segura de que en algún momento me servirán, o quizá os sirvan a vosotros, o quizá no nos sirvan a ninguno, pero por si acaso. Leyendo un libro que se llama Gozo, de Azahara Alonso, he aprendido que el concepto moderno de cola (la de esperar, no de las otras) se inventó durante la Revolución Francesa y que estaba estrechamente relacionado con lo de Libertad, Igualdad y Fraternidad, porque nadie era más importante que el que estaba delante o detrás para conseguir pan. Y que la cola de la tumba de Lenin fue superada por la del primer McDonalds que se inauguró en Moscú (Publicidad 1- Propaganda 0). En Agua y jabón,
de Marta D. Riezu, he descubierto que hay más sabiduría en unos versos de Erri de Luca que en muchas charlas TED (considero un valor ahorrar agua, reparar unos zapatos, callar a tiempo, acudir a un grito, pedir permiso antes de sentarse, saber dónde está el norte dentro de una habitación, saber el nombre del viento que está secando la ropa). Por una publicación de nuestro sector he sabido que la gran tendencia entre todas las tendencias, la globalización, está de capa caída y que si la pandemia no ha terminado con ella es posible que la remate la guerra en Ucrania. También he corroborado que hablar de guerra y consecuencias económicas en la misma frase siempre me produce escalofríos, aunque ya debería tener el cuerpo acostumbrado. Por mi hija me he enterado de que Taylor Swift saca nuevo disco el 7 de julio y por el revuelo que se ha armado he deducido que debe de tener a uno de los mejores equipos de marketing del mundo.
Un historiador brillante me habló del concepto cosmovisión y no sé cómo he podido vivir sin conocerlo antes, pero ahora que lo conozco me apetece picotearlo sin parar… Como decía al principio, no tengo ni idea de muchas cosas y no tengo ni idea de cómo me servirán las pocas cosas que sí sé. Pero tengo claro que antes o después, me servirán. Bueno, en realidad ya me han servido, por ejemplo, para escribir esta columna.
Gema Arias, directora general de estrategia creativa en Kitchen y socia fundadora de Más Mujeres Creativas