Vivimos días de excitación tecnológica. Apple ha presentado oficialmente en San Francisco su nuevo iPhone, del que se espera mucho a favor de la consolidación de los servicios de valor añadido de las operadoras, hoy deficitarios. Sólo le falta la tecnología 3G para convertirse en un arma de primera magnitud, pero eso será cuestión de meses. Su éxito, si lo tiene, estará basado en uno de los principios más básicos del marketing y que ya le funcionó, y de qué forma, con su ubicuo iPod: keep it simple. Para empezar se está beneficiando de una expectación y un boca oreja extraordinarios (10,5 millones de referencias en Google).
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