Conseguido el objetivo de sacar en apenas dos meses la publicidad de TVE, la presión de Uteca se dirige ahora hacia las televisiones autonómicas. De momento han conseguido ya abrir el debate, pero el tablero de juego está en una situación completamente diferente a la que tenía la televisión estatal. Por un lado, el déficit de estas televisiones es porcentualmente mucho más alto que el de las privadas y eliminar la publicidad les haría alcanzar cotas de escándalo en un momento en el que los presupuestos actuales de las autonomías correspondientes no están para encajar semejante golpe. Por otro lado, hay argumentos identitarios que hacen de estos entes figuras políticamente intocables en el entramado de poder de las autonomías.
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