
He de reconocer que la tarea de jurado, sea el festival que sea, siempre me entusiasma y me trastorna a partes iguales. Será por la presión, por la cantidad de trabajo, por lo que dejo en casa (la mía y la agencia), pero además especialmente Cannes pone sobre uno la losa de la representación, que hago muy mía, de todos mis compañeros de profesión que se parten el cuero en sus agencias a lo largo del año.
Así que fácil no es.
Sin embargo. esta ha sido la tercera vez que acepto participar como jurado en el festival de Cannes. Y definitivamente ha sido la mejor, gracias a un señor en chancletas y gorra de béisbol capaz de generar lo que menos te esperas de este festival. Pete Favat, presidente de Film. Un tipo que nos recibió con una invitación a cenar, nos definió como gang y nos repartió un cerro inmenso de pegatinas con un león a modo de escudo motero que a lo largo de la semana se estamparon allá por donde pasamos.
Y es que la labor del presidente es fundamental para que lo que ocurra en esa sala a menos veinte grados recupere la temperatura del sentido común, la honestidad y sobre todo del sentido del humor. Todos lo sabemos, hacer equipo suele traer como consecuencia un mejor trabajo, y así se fue elaborando un palmarés que fue un orgullo para todos, también para los que lo iban a ver, incluyendo un GP, We’re the superhumans, una pieza redonda y favorita que lo tiene todo. Y tardamos literalmente 10 segundos en ponernos de acuerdo.
En el camino, se queda mucho fuera, demasiado, por un sistema de votación online perverso y agotador, y la separación de grupos demasiado pequeños como para que se pueda extraer una media lo suficientemente alta para pasar el corte. Las matemáticas nunca se entendieron mucho con la creatividad. Esa ha sido nuestra gran crítica al sistema de votos. Pero ahí también está el precio de ser jurado, padecer esa mezcla de rabia al perder y mucha satisfacción al hacer prevalecer tu criterio para ganar.
Después de una semana, vuelvo satisfecha con diez shortlists y 5 valiosísimos leones para esta categoría tan difícil y exigente, y también con otro tipo de premio, más personal, el de un inesperado nuevo grupo de personas en mi vida.