En 2026, las redes sociales dejarán de girar en torno a algoritmos, plataformas o volumen de publicaciones. Según el estudio The (Social Media) Times They Are A-Changin’, elaborado por la consultora Good Rebels, el futuro inmediato de la cultura digital estará marcado por un retorno a la autenticidad, la creatividad humana y la conversación con propósito. En un entorno saturado de estímulos, IA generativa y publicidad invasiva, el consumidor exige conexión real, menos artificio y más sentido.
El contenido de marca, cada vez más molesto

Los datos son claros: el 51% de los usuarios considera molesto el contenido de marca, el 91% percibe una sobrecarga publicitaria y el tiempo medio de atención en TikTok ya cae por debajo de los cuatro segundos. A este contexto de fatiga digital se suma un rechazo creciente al contenido generado exclusivamente por inteligencia artificial, percibido como repetitivo y poco auténtico. En contraste, los creadores de contenido ganan terreno como agentes de influencia cultural: un 61% de los usuarios confía más en ellos que en las marcas y el 75% descubre nuevos productos a través de sus recomendaciones.
Good Rebels identifica cuatro macrotendencias clave que redefinirán el ecosistema social en los próximos meses: una nueva economía emocional centrada en el consumo con intención; el auge del “social detox” y el valor de lo imperfecto como refugio digital; la saturación de contenido generado por IA y la necesidad de rehumanizar la experiencia digital; y la consolidación de los creadores como medios editoriales, capaces de mover conversación, aportar visión y generar comunidad real.
Tendencias en social media para 2026
Sobre estas bases, el informe señala diez tendencias que marcarán el pulso del social media en 2026. En primer lugar, destaca una economía del consumo emocional donde gastar menos y exigir más coherencia se convierte en norma. Crecen el deinfluencing y la contención como respuestas críticas al hiperconsumo. En paralelo, la nostalgia por los años 90 y 2000 se convierte en un lenguaje emocional compartido, con el estilo Y2K como símbolo de regulación cultural frente al ruido digital.
Otra tendencia creciente es la dualidad entre el clean look y el maximalismo visual: respuestas opuestas que reflejan un mismo cansancio ante la saturación de estímulos. La atención se convierte en un bien escaso y valioso, mientras el bienestar perfecto también agota: el 89% de los usuarios dice querer cuidarse, pero casi la mitad admite sufrir burnout por las expectativas del wellness ideal. En este entorno, las búsquedas relacionadas con el digital detox aumentan un 72% y crece la necesidad de volver a lo físico como forma de reparación mental y emocional.
También se redefine el propio uso de las plataformas: las redes ya no son necesariamente “sociales”, sino espacios más íntimos y compartidos, como grupos privados en Discord, WhatsApp o funciones como Close Friends. La exposición masiva pierde sentido y gana peso la comunidad real. Este repliegue se acompaña de una fatiga evidente hacia la IA: el informe alerta del riesgo de model collapse y propone un retorno a la diversidad, la espontaneidad y la imperfección como respuesta al contenido sintético.
Por último, los creadores ya no operan como simples altavoces de marca, sino como infraestructuras culturales. Su capacidad de segmentar audiencias, editorializar mensajes y generar confianza los convierte en actores clave del nuevo ecosistema. Las marcas ya no deben limitarse a alquilar su alcance, sino colaborar con su visión. La relevancia no se mide en impresiones, sino en afinidad, valores compartidos y construcción narrativa.
Para sobrevivir en este nuevo escenario, las marcas deberán abandonar fórmulas repetidas y apostar por la autenticidad como diferencial competitivo. La creatividad vuelve al centro de la estrategia y las redes sociales se acercan, por fin, a la vida real. En palabras de Bárbara Ramírez, Head of Social Creative en Good Rebels, “2026 no será el año de las plataformas ni de los algoritmos. Las marcas que sobrevivan no serán las más ruidosas, sino las más auténticas”.





