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Los mayores y los jóvenes son los principales objetivos a los que se dirigen sendas campañas lanzadas este verano desde el Gobierno de Canarias para alertar sobre las consecuencias de no mantener las obligadas medidas para prevenir la expansión de la COVID-19. Ambas son, seguramente, las actuaciones que, desde el punto de vista de la comunicación, han logrado de manera más certera mostrar la cruenta realidad de no cumplir esas medidas. Algo que, a la vista de cómo están evolucionando los datos de nuevos contagios, debería servir de ejemplo a otras instituciones.
Una reunión familiar para celebrar el cumpleaños del abuelo. Los invitados van llegando con sus mascarillas puestas pero estas desaparecen a lo largo del encuentro en el que besos, abrazos, comida y vasos compartidos suponen un terrible final: el abuelo tendido en una cama de hospital, entubado y con un pronóstico difícil. Esta fue la primera campaña lanzada por el Gobierno de Canarias a finales del mes de julio, realizada por la agencia independiente Mientrastanto. Un mensaje claro: no cumplir con las medidas de distanciamiento ayuda a la propagación del virus y puede tener consecuencias letales. Mucho se ha hablado en los medios, y desde los medios, sobre la infantilización que desde el punto de vista de la comunicación se ha hecho sobre la pandemia; ha habido, eso sí, campañas de prevención en las que se recordaba cómo actuar, pero pocas como esta lo han mostrado de manera tan nítida. Tanto, que una pequeña campaña de un gobierno autonómico ha tenido una enorme repercusión no solo en medios nacionales, también internacionales, como ejemplo de comunicación efectiva. Una repercusión inesperada incluso para el propio equipo de la agencia que ha realizado la campaña.
Si los mayores, la población más afectada durante el primer episodio de la pandemia, fueron los protagonistas de esta acción, una posterior se ha centrado en los jóvenes, y con la misma idea: desoír las recomendaciones también tiene consecuencias para la salud de estos. Así, el segundo spot realizado por Mientrastanto para el Gobierno de Canarias muestra una escena habitual: una reunión de amigos con música, baile, abrazos, besos, comida y bebida compartida… y un duro final: una joven ingresada en el hospital, y un futuro incierto, el de las secuelas que la pandemia puede dejar.