José Luis Moro creó Un Pingüino en mi Ascensor con diecinueve años, en 1985. Su primer disco se publicó en 1987. Empezó siendo un proyecto unipersonal, pero a partir del tercer álbum se convirtió en dúo con la incorporación de Mario Gil, excomponente de grupos como Paraíso y La Mode. En 1992, Moro empezó a trabajar en publicidad y Mario Gil, por su parte, como ambientador musical en televisión, y ambos decidieron dejar la música en segundo plano, aunque continúan actuando y lanzando discos. Hace sol y es viernes es el noveno. Recoge trece de las canciones escritas y compuestas por Moro y producidas por Gil durante la pandemia.

Anuncios.— 35 años después del primer disco de Un Pingüino en mi Ascensor, sale su noveno álbum. ¿Le deja la creatividad tiempo para la música?

José Luis Moro.— Mucho no, la verdad, pero cuando te gusta algo, no te importa dedicarle los pocos ratos libres que tienes. Veo menos series y salgo menos por las noches, pero es que me encanta escribir y componer los fines de semana en mi estudio casero.

A.— La pandemia ha sido en general una gran fuente de inspiración. ¿Qué le sugirió más el confinamiento: campañas o canciones? ¿Con los mismos o parecidos ‘insights’? ¿Alguna de esas actividades fue su válvula de escape?

J.L.M.— Personalmente, la pandemia no me generó la necesidad de ninguna vía de escape, la viví con mucha tranquilidad, casi felicidad, porque tuve la suerte de no tener a nadie cercano muy grave. Pero, de repente, empecé a tener que pasar muchísimo tiempo en casa, y el sitio en el que teletrabajo es el mismo en el que hago música, así que imagino que una cosa llevó a la otra. En cuanto al confinamiento, me ha servido más para mi faceta musical que para la publicitaria. Han pasado tantas cosas… La canción Asaltar el Capitolio está basada en el espectáculo esperpéntico de los revolucionarios con disfraces raros; Hace sol y es viernes, en esa especie de locura colectiva que nos dio en Madrid por salir a muerte cada fin de semana, aunque se estuviera desencadenando el apocalipsis; Negacionista de ti tiene que ver con los incrédulos de las vacunas... pero la verdad es que la mayoría de las letras son atemporales y totalmente ajenas al contexto en el que salieron.

A.— ¿Es confesable su canción predilecta del disco? ¿Por qué?

J.L.M.— Si tuviera que elegir, me quedaría con Hace sol y es viernes, Supergilipollas y Astronauta García. Tienen una combinación de letra y melodía que me resulta particularmente acertada.

A.— ¿El músico sostiene al publicitario, o al revés? ¿Alguna vez pensó dejarlo todo por la música?

J.L.M.— Las dos actividades se complementan. Muchas ideas que nacen como contenido para una marca acaban generando un hilo del que tirar para una canción. Por ejemplo, Astronauta García, la historia de un astronauta que sale en misión espacial y se carga a sus compañeros porque quiere estar en tierra y hacer el papeleo, surgió de una cuña de radio que hizo Álex Arnal, un copy que estaba en la agencia, para la Universidad Francisco de Vitoria. Y al contrario también funciona, ideas para canción que tienen sentido como publicidad.

En cuanto a dejarlo todo por la música, ya me dediqué a ella en exclusiva cuando tenía veinte años. Fue genial pero no sé si repetiría. Tampoco sé si el nivel de éxito que tengo me daría para ello. Pero que hoy no sea mi actividad principal, ni viva de ella, me da la libertad de hacer, cantar y actuar cuando me da la gana. Por otro lado, estoy viviendo un momento especialmente feliz en el lado de la publicidad con Pingüino Torreblanca. Ahora mismo, me encanta el equilibrio que mantienen las dos actividades.

A.— ¿Aprecia o teme al público que tiene dentro del sector?

J.L.M.— En el sector trabajan muchas de las personas más divertidas que conozco, pero como público somos complicaditos. Lo sé porque he formado parte de ese público. Es difícil enfrentarte a esa mezcla de escepticismo, hostilidad y ganas de descojonarse ante cualquiera que suba al escenario. Por eso, aunque en el pasado alguna vez me han convencido para actuar en un Día C o algún otro festival o evento del sector, en los últimos años suelo declinar amablemente la invitación. Me lo paso mucho mejor siendo público que estrella.

A.— ¿Qué diría de la cultura musical del sector publicitario español?

J.L.M.— Creo que es grande. La publicidad descubre y redescubre mucha buena música. Es cierto que muchas veces vamos a lo fácil y tiramos de clásicos, pero también hay muchas iniciativas que sorprenden desde el lado musical. Por poner ejemplos recientes, soy muy fan de la elección de la canción de Massiel en el spot de Pikolín de Oriol Villar, el Estoy tremendo de la Once y Sra. Rushmore, que se convirtió en canción del verano, o de la forma en la que Mono utiliza el ritmo para convertir una aburrida locución de manifiesto en algo memorable con Porque tú, porque te del Santander.

A.— ¿Quién suena en su radio habitualmente?

J.L.M.— Escucho muchos clásicos, soul, swing, new wave inglesa, canción melódica española de los 70... De las cosas nuevas, me gustan grupos españoles en los que veo una actitud que me recuerda a los inicios de la Nueva Ola Madrileña de los 70 y 80: Ginebras, Jordana B, Tronco, Karavana, Camellos, Confeti de odio, Carolina Durante…