Todo empieza con este mensaje en WhatsApp.
El lunes siguiente, Jordi vino a vernos a la agencia. Un tipo encantador, un tipo extrañamente normal. Compartimos un café sin azúcar y unas palmeritas, con mucho.
Hablamos sobre la escucha, que no es otra cosa que: oír atentamente.
Y nos escuchamos. Con atención. Durante más de 1 hora. Surgieron temas bastante random, desde la infantilización de la sociedad hasta las orquestas de las verbenas de los pueblos… Me contó lo que era una Full Évole Experience: pasar el fin de semana entero viajando con el entrevistado para que esa persona se sienta agradecida y te dé más y, para poder también escucharle con atención.
Hablamos de Roma, de la empatía, del anuncio de Compramos tu coche, de cine quinqui, de los padres del cole de tus hijos, de los haters, de que Estopa vertebra España, de los silencios cómodos, de los incómodos, de ETA, de la amistad, de esas personas que llegan a última hora a tu vida, cuando pensabas que ya no tenías sitio para más y claro que lo tenías, de los que hablamos bajito... Nos escuchamos criticando duramente a la publicidad de hoy en día y reconocimos que, a veces, no escuchamos como deberíamos a las madres cuando nos llaman por teléfono, de forma atenta.
Le escuché esa hora y luego le re-escuché unas cuantas veces más para transcribir la entrevista. Y re-escuchando y transcribiendo prestas atención a cosas que en el directo te pasan desapercibidas, como que Évole tiene una palabra muletilla, que usa mucho: “Joder”.
Y yo, otra: “Total”.
Me di cuenta de que es el mejor escuchador del país por algo… porque tiene la curiosidad viva, porque le interesa de verdad saber, entender, porque en cuanto te despistas pasa de entrevistado a entrevistador y te escuchas a ti misma hablándole de cuando tu padre vendía coches en un concesionario de Seat de A Coruña, y le parece fascinante y quiere saber más. Porque él sabe que escuchar no tiene más ciencia que esa, oír atentamente.
Gracias Jordi Évole por dejarme escucharte…
Atentamente,
Xisela López