
Con su característico aire algo ausente, su aparente ingenuidad y su sarcasmo, a veces hiriente, el diseñador Javier Mariscal arrancó risas y aplausos de los asistentes con sus respuestas a Risto Mejide, que le entrevistó en el escenario del Kursaal en una de las sesiones del CdeC.
“Lo primero que se me viene a la cabeza son los coches”, dijo cuando Mejide le preguntó qué era para él una marca; cómo cuando era pequeño los diferenciaba por sus marcas, cada una de las cuales tenía un símbolo, el león, la estrella… el Rolls Royce, “recuerdo lo que fue ver por primera vez un Rolls Royce. La marca evoca propiedad, territorio, límite, identidad, son bonitas, es exprimir algo y lo que queda es la marca, la identidad. Por otra parte son muy humanas, son una invención de la gente una abstracción…”. En este punto hizo alusión a la identidad de Cataluña y del País Vasco como abstracciones que algunos se han creído y extremado que incluso, en el segundo caso, han apoyado con las armas.
Recordó después con buen humor cómo le llamaron para participar en el concurso para la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, lo que le pareció adecuado porque la mascota es la parte menos seria de la simbología de unas Olimpiadas, “y el caso es que presenté uno de mis mamarrachos, porque yo solo sé hacer mamarrachos, y lo eligieron”.
Risto Mejide también le preguntó a cerca de su relación con los clientes, cómo hace para vender y afrontar proyectos: Mariscal dijo que le pone mucho corazón, se quejó de que el briefing hay muchas veces en las que no está claro y hay que sacárselo de algún modo al cliente y dijo que su técnica para conseguir al final la aprobación es ir presentado lo que obviamente “no es, y al final les enseño lo que gusta”. “En el proceso”, añadió, “siempre hay momentos de subida y bajada… y si la cosa no va bien, le digo al cliente “mira, eso es una puerta, la abres y está la calle”.
El Corte Inglés
Mejide le preguntó que si podría decir alguno al que se lo hubiera dicho, y Mariscal contestó que el El Corte Inglés, contra el que empezó a emitir críticas en el tono irónico en el que se estaba desarrollado la charla. Entre las risas del público, el entrevistador trató de frenarle un poco y sin abandonar un cierto tono jocoso pidió perdón por si había alguien de El Corte Inglés en la sala; y de hecho así era, pues en ella se encontraba, y casualmente bien cerca del autor de esta crónica, Javier Aguado, director de publicidad de los grandes almacenes, que recibió con una sonrisa las palabras de Mariscal.
“Tengo la suerte de enamorarme de los proyectos”, comentó Mariscal, que reconoció que a veces su temperamento le puede y es incapaz de no ser crítico, aunque otras ves sí lo logra: “Estoy gordo de comerme tantas palabras”.
Reconoció su interés por lo que hacen los jóvenes en los nuevos medios y en contra de muchas opiniones dijo que le parecen muy preparados e interesantes: “tienen un disco duro completísimo y hacen cosas muy interesantes, lo que pasa es que tienen códigos diferentes a los nuestros”.
Para terminar, Risto Mejide le preguntó si quería pedirle perdón a El Corte Inglés, y Mariscal dijo que no.