En 1993, el Senado creó una Comisión de Publicidad con el fin de estudiar ese fenómeno. Me cupo el honor de ser convocado a comparecer como experto. Entre otras cosas, expliqué a sus señorías que la publicidad oficial no tenía buena fama entre los profesionales, que corrían rumores de corrupción y que no era normal que agencias de tres al cuarto ganaran durante décadas el mismo importante concurso.
Podría pensarse que en un sector tan maduro como el de las agencias de publicidad, y en un mercado de libre competencia, la distinción entre las independientes y aquellas que pertenecen a holdings o redes multinacionales es irrelevante a efectos del negocio y de la percepción de los clientes.
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