


El año pasado, Martín Sorrell declaró en una entrevista concedida a la revista The New Yorker que no planeaba abandonar su puesto al frente de WPP “hasta que me disparen”. Hipérbole al margen, ciertamente un escenario en el que el famoso directivo británico hubiera permanecido aún varios años al frente de la compañía que fundó a mediados de los 80 parecía mucho más probable que su salida de la misma por la dimisión de su cargo hecha pública un sábado por la noche y días después de que WPP anunciara una investigación sobre su persona por “conducta impropia”.


La comparecencia de Mark Zuckerberg, cofundador y máximo responsable de Facebook, en el Congreso de Estados Unidos era argumento informativo de primer orden para los medios de todo el mundo en el momento de redactar estas líneas. Las dimensiones políticas y de seguridad internacional que tiene el escándalo de filtración de datos a Cambridge Analytica, conjugado con el altísimo número de usuarios de la red social, justifican sobradamente ese interés. No son estas páginas, sin embargo, lugar para analizar esos aspectos del caso, pero sí los que tienen que ver con el modelo de negocio de Facebook, que se centra en la contratación de publicidad y que se basa, precisamente, en los datos de sus usuarios que puede poner a disposición de las marcas. En 2017, Facebook ingresó por publicidad 39.942 millones de dólares, un 49% más que el año anterior.
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