El consumidor español se mantiene estable en la percepción negativa en el corto, en parte debido a la incertidumbre internacional, pero, también, por una reciente actividad económica que ha sido más débil de lo esperado. En paralelo, persiste el optimismo (aunque en menor medida que en segundo trimestre del año) de cara a los próximos meses por la moderación de la inflación, la bajada de los tipos de interés y la revisión al alza del crecimiento del PIB. También, porque, como en el caso del resto de europeos, las amenazas arancelarias del actual inquilino de la Casa Blanca no han tenido, de momento, tanta repercusión en el día a día.
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